El efectivo es gratis

“El dinero en efectivo es un bien público”, afirma Malcolm McDowell, director ejecutivo de Note Printing Australia, en un reciente artículo titulado “No hay motivaciones comerciales detrás del efectivo”. En este sentido, McDowell considera que el Estado debería proteger el efectivo de la misma forma que el acceso al agua potable.

Los métodos de pago alternativos tienen sus ventajas y utilidad, pero McDowell advierte de que “las tarjetas de crédito conllevan comisiones de uso e intereses que socavan el poder adquisitivo del usuario, y cuantas más tarjetas use, más débil se vuelve su posición”. Efectivamente, el efectivo es un servicio gratuito prestado por el Estado, mientras que los métodos de pago electrónicos, que están motivados por objetivos comerciales, conllevan un coste.

Los usuarios no pueden ser “propietarios” de los métodos de pago electrónicos como pueden serlo del dinero en efectivo porque los operan entidades comerciales. De hecho, estas entidades obtienen beneficio de sus usuarios, ya que recopilar datos en su nombre les ayuda a “informar de futuras campañas de marketing, presentar ofertas a clientes nuevos y actuales para incentivar el uso de tarjetas de crédito adicionales o la aceptación de límites de crédito más altos”.

Los pagos alternativos son un servicio por el que los consumidores pagan. En la actualidad, el consumidor es libre de elegir el uso de medios de pago electrónicos con el conocimiento de que existe un coste asociado a las ventajas percibidas, pero el consumidor también puede optar por usar dinero en efectivo y esta opción debe seguir existiendo porque, como apunta McDowell, el efectivo es un “servicio gratuito que forma parte de una infraestructura pública a la que todos los miembros de la sociedad pueden acceder y utilizar”.

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