Cuando observamos los billetes y monedas de un país, asumimos que las ilustraciones que contiene son “locales” y “reales”. De hecho, el viaje comienza a menudo cuando vamos a la oficina de cambio antes de la fecha de partida. Los billetes permiten descubrir muchos aspectos de un país: paisajes, flora y fauna autóctonas y edificios notables. Pero cuando se trata de Europa, esto no es así. Y esta es precisamente la razón por la que, al descubrir que los monumentos ilustrados en los billetes de euro son ficticios, la mirada de asombro va generalmente acompañada de una leve sensación de decepción, pero ya no es así.
En 2013, el municipio de Spijkenisse, enclavado en una isla en la periferia de Róterdam, decidió reivindicar como propios los puentes que figuran en los billetes de euro. Impulsado por el espíritu creativo del diseñador neerlandés Robin Stam, quien soñaba con dar vida a estos puentes ficticios, el municipio se comprometió a invertir más fondos para convertir la visión de Stam en una realidad.
Si el razonamiento original de los puentes ficticios, ilustrados por el diseñador austriaco Robert Kalina, era evitar resentimientos entre los 12 Estados miembros que componían la zona del euro por aquel entonces (para solo 7 denominaciones), ahora los puentes se han convertido en un producto de los Países Bajos. Pero estos puentes también satisfacen el mensaje de Kalina: tender puentes y conectar una isla con el continente.
Para conocer más detalles sobre este peculiar proyecto arquitectónico, reproduzca el siguiente vídeo corto de Tom Scott: