El efectivo es también una reserva de valor

En su reciente publicación (‘The Cash Industry in Transition’), Currency Research afirma que en la próxima década, de 2019 a 2029, la industria de pagos y del efectivo experimentarán un cambio drástico en el mundo. Algunos impactos de los cambios en el panorama de pagos, como la disminución de la proporción de transacciones en efectivo, ya son evidentes desde hace algún tiempo y han sido confirmados en estudios sobre pagos realizados por varios bancos centrales. También ha aumentado el interés de los bancos centrales por las monedas digitales en el mundo, junto con la preocupación por la seguridad cibernética.

Los cajeros automáticos no solo proporcionan efectivo, sino también un valor que va mucho más allá de los billetes que entregan. Estas máquinas tienen un papel crucial en la reducción del riesgo de catástrofes, el alivio de la pobreza y la protección social. No obstante, podrían hacer todavía más.

El efectivo en circulación está creciendo en la mayoría de países a un ritmo superior al del PIB. Ahora bien, ¿qué factores impulsan la demanda de efectivo?

El crecimiento de la demanda de efectivo se ve impulsada por el crecimiento económico y las tasas más bajas de interés, además de factores no tradicionales.

Los datos del Banco de Francia muestran un crecimiento significativo de la demanda del euro, un aumento del 7,6% en 2017 en comparación con 2016. Esto se explica por el papel más versátil de Cash de ser a la vez valor de depósito y medio de cambio.

El Boletín de la Reserva del Banco de Australia de marzo de 2018 aborda la cuestión de la creciente demanda de billetes de alta denominación en Australia, Canadá y el Reino Unido.

La afirmación de que las denominaciones grandes son utilizadas principalmente por delincuentes y evasores de impuestos es infundada ya que no hay puntos de datos en una u otra dirección. Larry White ofrece una buena visión general de los argumentos actuales a favor o en contra del efectivo.

La revisión trimestral del BPI muestra que el efectivo en circulación ha aumentado del 7% del PIB en 2000 al 9% en 2016.