“Nadie sabe realmente la cantidad de billetes de alto valor en manos de personas no relacionadas con actividades delictivas” y, por consiguiente, tampoco los que están en poder de los delincuentes, en contraposición a lo que los partidarios de dejar atrás el dinero en efectivo quieren hacer creer al público. De hecho, el argumento preferido utilizado por los académicos antiefectivo como Peter Sands y Kenneth Rogoff es que los billetes de mayor valor se utilizan principalmente para actividades ilícitas o evasión fiscal.
Larry White, profesor emérito del Cato Institute y profesor de economía en la Universidad George Mason, demuestra que estos argumentos son infundados en un artículo publicado en Alt-M, un blog que promueve ideas para un futuro monetario alternativo, donde menciona estudios realizados recientemente por el Banco de la Reserva Federal de San Francisco y el BCE. El estudio elaborado por el primero determinó que el 8 % de los pagos superiores a 100 dólares en EE. UU. se sigue abonando en efectivo por parte de ciudadanos que respetan las leyes y que el efectivo es uno de los métodos de pago más populares independientemente de la edad y del nivel de ingresos. En el estudio del BCE se descubrió que muchos europeos de a pie, aparte de utilizar dinero en metálico en compras cotidianas con mayor frecuencia de lo que se pensaba (un 79% de los europeos lo utilizan), también lo usan como reserva de valor para emergencias y para ahorrar.
White también establece una diferencia entre delincuentes puros (terroristas, secuestradores, etc.) y comerciantes pacíficos de productos ilícitos (trabajadores sexuales, traficantes de droga, etc.); estos últimos generan resultados positivos en la economía. El autor y otros académicos a favor del efectivo consideran que “prohibir billetes de alta denominación para encarecer el coste de esas transacciones comerciales significa reducir el bienestar económico de los participantes en esos mercados”. En consecuencia, eliminar dichos billetes únicamente perjudicaría a la economía y a los ciudadanos corrientes que eligen el efectivo como mecanismo de protección o como un instrumento para evitar la vigilancia de todas sus operaciones.
Para leer el artículo original de Larry White, haga clic aquí.