Es posible que en algún comercio le hayan ofrecido un descuento, que en ocasiones asciende hasta el 10 % del precio del producto, por abonar el importe en efectivo.
Podría parecer que el comercio lo hace para eludir el pago de impuestos, pero, al contrario, lo más probable es que esté tratando de canalizar los ingresos directamente a su negocio, en lugar de seguir financiando a los emisores de tarjetas de crédito y débito.
De hecho, es una situación muy común en muchos países, entre ellos Argentina. Muchos establecimientos tratan de animar a los consumidores a que paguen en efectivo (aunque por ley deban aceptar también medios de pago electrónicos) porque el importe total de las comisiones que soportan en cada compra asciende al 10,3 % del total. Y más de la mitad de esta cifra es producto directo de las comisiones de bancos, tarjetas y alquiler de TPV.
Se intentó reducir estas comisiones, “pero existen otras [comisiones], como las de financiación, que también aplican IVA, [[de modo que] el coste final es mucho mayor que la comisión asociada a la operación”, explica Ana Laura Jaruf, del Departamento de Economía de la Cámara Argentina de Comercio (CAC).
Además de estos costes, los establecimientos no tienen acceso inmediato a sus ingresos cuando los consumidores pagan con una tarjeta de débito o crédito, a diferencia de lo que sucede con el efectivo. Por ejemplo, el coste de un producto adquirido con una tarjeta de débito se abona al establecimiento 48 horas después. El plazo es muy superior cuando se trata de una tarjeta de crédito: ¡hasta 18 días! Esto puede presentar un serio problema de liquidez para los propietarios de establecimientos pequeños y explica mejor los motivos por los que promueven el pago en efectivo.
De forma indirecta, el dinero en efectivo también beneficia directamente a la sociedad a través del señoreaje que se paga al banco central, al contrario que las comisiones de tarjetas de crédito y débito, que benefician directamente a sus emisores.