Desde un punto de vista puramente económico, ofrecer en efectivo como regalo de Navidad puede ser más eficiente y beneficioso por varias razones.
Los economistas suelen argumentar que el mismo valor monetario en efectivo proporciona más “utilidad” al destinatario. Los regalos en efectivo permiten a los receptores asignar los fondos en función de sus necesidades o deseos específicos, lo que garantiza que el valor monetario se utilice de forma óptima. Esto puede conducir a una asignación más eficiente de los recursos en comparación con el posible desajuste entre las preferencias del destinatario y el regalo elegido.
En diciembre de 1993, el economista de Yale Joel Waldfogel midió la “pérdida de peso muerto” de la Navidad estudiando la diferencia entre el coste de los regalos y cuánto los valoraban sus destinatarios una vez contabilizados los intercambios y dejado de lado el valor sentimental. Una pérdida de peso muerto es un costo social creado por la ineficiencia del mercado, que se produce cuando la oferta y la demanda están fuera de equilibrio.
El argumento clave de Waldfogel es que, en el mejor de los casos, el mejor regalador reproducirá la elección del destinatario. Lo más probable es que el destinatario salga peor parado que si hubiera hecho su propia elección de consumo con la misma cantidad de dinero. Para respaldar su hipótesis, Waldfogel realizó una encuesta entre estudiantes universitarios de Yale y calculó que regalar destruía entre el 10% y el 30% del valor de los regalos.
Aplicando estos coeficientes al valor del gasto navideño en 1992, Waldfogel calculó que hacer regalos en lugar de dinero en efectivo suponía una pérdida de peso muerto de entre 4 y 13 mil millones de dólares sólo en Estados Unidos. Naturalmente, estas cifras serían muy superiores en la actualidad.
La entrega tradicional de regalos puede dar lugar en ocasiones al intercambio de artículos que no se ajustan a las preferencias o necesidades del destinatario. El efectivo elimina este riesgo, reduciendo la probabilidad de regalos no deseados y la consiguiente necesidad de devoluciones o cambios. Finder.com calcula que, en 2022, 32 millones de británicos (el 62% de la población) recibiría al menos un regalo no deseado por valor de 1,200 millones de libras esterlinas en conjunto.
Así lo ilustra el debate entre los economistas Alex Tabarrok y Tyler Cowen en el siguiente vídeo.
El efectivo también supone una inyección inmediata de fondos en manos de quien lo recibe, lo que fomenta el gasto y contribuye al estímulo económico. Este gasto puede tener un efecto dominó en varios sectores de la economía, beneficiando potencialmente a las empresas y apoyando la creación de empleo. Esto es especialmente cierto en el contexto de las donaciones benéficas y humanitarias. Las donaciones en efectivo tienen un mayor efecto multiplicador que las donaciones en especie, ya que inyectan dinero en la economía local.
El dinero en efectivo ofrece a los receptores la flexibilidad de elegir cómo gastarlo, ya sea en artículos de primera necesidad, experiencias o ahorros para necesidades futuras. Esta flexibilidad se ajusta a los principios económicos de elección del consumidor y maximización de la utilidad.
Una cuestión que está ganando terreno es la percepción del impacto medioambiental de la Navidad, que se asocia a comidas excesivas, regalos innecesarios y largos desplazamientos. Según la Agencia Francesa para la Transición Ecológica (ADEME), la Navidad representa el 1% de todas las emisiones anuales de gases de efecto invernadero. Los regalos tienen la mayor huella de carbono y representan el 57% de las emisiones totales. Regalos tan comunes como la electrónica, las joyas y la ropa tienen una huella de carbono desastrosa.
Un reciente informe del BCE ha demostrado que la huella medioambiental del dinero en efectivo es notablemente baja.
La eficiencia económica de los regalos en efectivo no tiene en cuenta el valor intangible de los regalos sentimentales y atentos. Los regalos tradicionales pueden tener un significado emocional y contribuir a la alegría general de las fiestas. Además, el impacto económico de los regalos frente al dinero puede variar en función de las preferencias individuales, las relaciones y los factores culturales.
François Levêque, economista de Mines Paris, afirma en The Conversation que “el razonamiento económico es erróneo y absurdo”. Levêque cita una encuesta entre economistas realizada en 2013 en el foro IGM de Chicago Booth, a los que se pidió que reaccionaran a la siguiente pregunta: “Dar regalos específicos como obsequios festivos es ineficaz porque los beneficiarios podrían satisfacer mucho mejor sus preferencias con dinero en efectivo”. Los resultados ilustran la ausencia de consenso, con un 54% en desacuerdo y un 17% de acuerdo.
Para Levêque, el valor del regalo no se limita a su valor monetario. A los alumnos de Waldfogel no se les debe pedir que estimen el precio del regalo recibido, dejando de lado el valor sentimental, sino que deben estimar el valor total, entendido como la suma del valor material y su valor sentimental. En este caso, se convierte en una ganancia, no en una pérdida. La satisfacción del donante también debe incluirse en el cálculo. Como dice el refrán, el placer de dar es mayor que el de recibir.
Aunque el debate entre el efectivo y los regalos es subjetivo y depende de las preferencias personales, es esencial reconocer los valores económicos y medioambientales asociados a cada opción. El dinero en efectivo puede estimular la economía, apoyar a las empresas locales y reducir el impacto medioambiental del consumo de materiales y los residuos de envases. Por otro lado, los regalos tradicionales pueden tener un valor sentimental y contribuir a la alegría de las fiestas.
Para algunos, regalar efectivo puede ser percibido como poco imaginativo, irreflexivo o incluso directamente perezoso. Como siempre, Internet ofrece soluciones a problemas que la mayoría de la gente nunca ha tenido. Este blog ofrece consejos fascinantes sobre la sutil etiqueta de dar y recibir efectivo. Un consejo esencial: “En general, no está bien hacer regalos económicos a tu pareja en ninguna ocasión”.
Para los que carecen de creatividad, hay innumerables ideas en Internet sobre formas ingeniosas de regalar efectivo; puedes encontrar tutoriales para cualquier cosa, desde billetes congelados dentro de cubitos de hielo gigantes hasta cajas de chocolate llenas de dinero.
¡Felices fiestas!