Dos mil millones de titulares de tarjetas de crédito acaban de descubrir que sus datos se han estado utilizando para hacer un seguimiento de sus hábitos de compra en tiendas físicas gracias a un acuerdo entre Google y MasterCard. Tras cuatro años de negociaciones, las dos empresas alcanzaron un acuerdo secreto que ayudaría a Google a probar la eficacia de los anuncios en línea y vincularlos a compras en tiendas físicas, una información de la que no disponen la mayoría de los comercios y marcas.
Inicialmente, Google tenía previsto recopilar estos datos a través de su servicio de pago móvil, Google Wallet, pero su baja popularidad obligó al gigante tecnológico a buscar alianzas para subsanar esta laguna de datos. Desde 2014, Google utiliza la función de historial de ubicaciones de Google Maps para informar a los comercios de si un cliente ha visitado una tienda después de ver un anuncio en línea, pero el flujo de datos se interrumpe al llegar a la caja. Posteriormente, Google empezó a permitir a los comercios cargar las direcciones de correo electrónico de los clientes como medio para rastrear su comportamiento, pero únicamente desde que disponen de los datos de las tarjetas de crédito, han logrado cerrar el ciclo de información completo desde el anuncio hasta la caja registradora.
En 2017, Google presentó “Stores Sales Measurement” (indicador de ventas en tiendas), una función que incluye dos componentes: “El primero permite a las empresas que registran datos personales de los consumidores, como direcciones de correo electrónico cifradas, cargarlos en el sistema de Google y sincronizar la visualización de anuncios con las ventas en tiendas físicas. El segundo inyecta datos de tarjetas”, escriben Mark Bergen y Jennifer Surane para Bloomberg.
Google ha pagado grandes sumas de dinero para acceder a estos datos y existieron conversaciones entre el gigante tecnológico y MasterCard sobre cómo repartirse las ganancias. Existen numerosas dudas en cuanto a la privacidad. Como apunta Christine Bannan del Electronic Privacy Information Center (EPIC), “la gente no espera que se vincule lo que compran en tiendas físicas con lo que compran en Internet”. El centro presentó una queja al respecto ante la Comisión Federal de Comercio estadounidense hace un año.