El éxito de los pagos móviles, en particular el lanzamiento de M-Pesa en Kenia en 2006, suscitó un creciente interés por comprender mejor la dinámica de la tecnología que impulsa los pagos minoristas en todo el mundo. Por ejemplo, una búsqueda en una de las principales bases de datos de publicaciones académicas (Scopus) arrojó casi 1,000 artículos para los años 2020 a 2022 utilizando las palabras clave “método de pago”, “medios de pago” o “pagos móviles”.
Se ha demostrado que varios factores determinan las preferencias de los consumidores por el efectivo en las transacciones minoristas. Entre ellos se encuentran las preferencias de pago de los consumidores, la facilidad de acceso y aceptación, las comisiones de servicio y los incentivos económicos de los compradores, la demografía e ingresos de los consumidores y la difusión de la innovación en los pagos. También se han identificado razones para mantener efectivo, como el contexto de la transacción, el almacenamiento de ahorros [Traductor: demanda de efectivo como depósito de valor], la disponibilidad de medios de pago alternativos, el tamaño de la economía sumergida, la demanda de no residentes y el entorno social, es decir, la difusión y transmisión de normas a través de canales sociales.
Para fundamentar mejor estos pronósticos, investigaciones empíricas recientes han considerado el impacto de distintos perfiles de retroalimentación cognitiva en el uso de nuevos medios de pago basándose en el marco de las finanzas conductuales. La principal aportación a su debate explora cómo el contexto de elección (es decir, el “nudging” y la contabilidad mental) influye en las decisiones de los consumidores. Sin embargo, una crítica común a las finanzas conductuales es que los investigadores han descuidado con frecuencia los factores emocionales y sociales. Hemos incorporado los factores emocionales a nuestro análisis para ofrecer nuevas perspectivas sobre la dinámica de comportamiento en el creciente uso de los sistemas de pago electrónico al por menor en la región africana.
Nuestra muestra tuvo en cuenta 2,009 direcciones de correo electrónico únicas. Se trataba de individuos con residencia continua en África durante los cinco años anteriores al lanzamiento del instrumento de investigación en 2022. Recibimos respuestas utilizables de 24 países africanos, incluidos 22 de los 34 países del África subsahariana, Egipto y Marruecos. Sin embargo, cinco países -Nigeria, Ghana, Sudáfrica, Uganda y Zambia- representaban el 61% de la muestra.
Al recopilar esa muestra, consideramos que muchas contribuciones que analizan los pagos al menudeo se centran en los determinantes de la inclusión financiera y otras dinámicas en la “base de la pirámide”. En su lugar, recogimos respuestas sobre las preferencias de método de pago que mejor se ajustaba al contexto de la transacción. También encontramos resultados interesantes entre nuestra medida de los ingresos y la predisposición del encuestado a utilizar efectivo.
A los participantes se les ofrecieron cuatro alternativas: efectivo, tarjeta de débito, tarjeta de crédito y una amplia categoría de pagos electrónicos (aplicación móvil, pagos por mensaje de texto, etc.). Se utilizaron dos medidas como sustitutos del ingreso personal: gastos en alimentación y ocio. Estos indicadores permitieron evitar el conocido sesgo de subestimación de la renta personal en las encuestas de autodeclaración.
Las preferencias por las alternativas de pago en nuestra muestra describieron patrones similares a los observados previamente en la literatura. Así, la tarjeta de débito fue el método de pago preferido por el 40% de la muestra. El efectivo fue la segunda alternativa elegida (27% de las preferencias), o la tercera (37%). Las tarjetas de crédito fueron la alternativa menos preferida en todos los contextos. Sin embargo, el efectivo fue rey cuando se consideraron las transacciones pequeñas. Las tarjetas de débito y las opciones electrónicas fueron las elegidas para pagos de mayor valor. Aun así, la intención de los encuestados de utilizar los pagos electrónicos en nuestra muestra era superior a la cuota de los canales de pago digitales en África – sólo entre el 5% y el 7% de media de todas las transacciones de pago, a pesar del crecimiento récord de los pagos electrónicos después de Covid.
Como ya se ha dicho, la encuesta incluía una serie de pruebas para determinar el perfil de cada encuestado en función de cinco rasgos de comportamiento: la contabilidad mental, la percepción de fungibilidad, la aversión a las pérdidas, la tendencia a formar hábitos y la heurística del afecto.
El principal resultado fue el impacto de la heurística afectiva en la preferencia de pago: el conductor afectivo se asoció con una reducción de la probabilidad media de utilizar efectivo en 0.12 puntos. Este resultado sugiere que la reducción del uso de efectivo no se debe al riesgo percibido (“el riesgo como sentimiento”), sino a algún otro factor emocional. En este sentido, no hubo pruebas de que la heurística del hábito condujera a ningún método de pago preferido.
Tal vez, el resultado más sorprendente fue un aumento de la variable sustitutiva (proxy) del ingreso personal (que, en última instancia, es una medida del consumo) asociado a un menor uso de los medios de pago electrónicos. Este resultado debe tomarse con cautela, entre otras cosas, por el tamaño de la muestra y la diversidad de los encuestados. Pero también porque medimos la predisposición emocional a utilizar un medio de pago (mientras que otros estudios miden las transacciones reales o declaradas mediante encuestas y diarios).
El control por países también nos permitió identificar una preferencia por el efectivo inferior a la media en Nigeria y Sudáfrica (una probabilidad de 0.25 inferior a la media). Los mismos países muestran una menor preferencia por las tarjetas de crédito, compensada por una clara preferencia por los pagos con tarjeta de débito.
En resumen, en la literatura existente se recomienda que la política gubernamental “invierta más en nudging”, es decir, que utilice el comportamiento y los hábitos psicológicos para influir, por ejemplo, en un mayor uso de los métodos de pago electrónicos o en la eliminación de las transacciones en efectivo. Sin embargo, la mayoría de las personas de nuestra muestra no declararon ningún método de pago preferido. En su lugar, eligen según el contexto de la transacción en situaciones específicas.
En nuestra opinión, estos resultados sugieren que las autoridades deberían garantizar que los ciudadanos dispongan de una amplia variedad de alternativas de pago, incluido el efectivo, y dejarles elegir. Esta opción coincide con la postura de los principales bancos centrales y con la reciente propuesta conjunta del Banco de Pagos Internacionales de lanzar en breve monedas digitales de banco central (MDBC o CBDC por sus siglas en inglés). Así pues, estas recomendaciones apoyan la idea de gestionar la reducción, pero no la eliminación total, de la infraestructura de gestión del efectivo.