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Dinero en efectivo: salvavidas de la libertad

March 14, 2018
Las criptomicías podrían haber fallado como monedas, pero han señalado un vínculo débil en el sistema de pago que deberá abordarse.
Viktoria Dijakovic

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“Nuestro actual sistema de pagos no está exento de fallos”, comentan Benoît Coeuré, miembro del Comité Ejecutivo del Banco Central Europeo (BCE) y Jaqueline Loh, presidenta del Comité de los Mercados del Banco de Pagos Internacionales (BPI) en un artículo de opinión para el Financial Times. A pesar de que el bitcoin y otras criptomonedas están demostrando ser “igual que apostar en un casino”, gracias a ellas se están detectando vulnerabilidades fundamentales en nuestro sistema actual en relación con el mercado de remesas y los pagos de operaciones minoristas transfronterizas.

El mercado de remesas internacionales es una importante fuente de ingresos para muchos países en vías de desarrollo y, por consiguiente, un parámetro fundamental para el desarrollo económico.

¿Por qué son tan importantes las remesas?

Porque su contribución en la economía mundial es enorme: el volumen de remesas es tres veces superior al presupuesto total de cooperación al desarrollo, el primero ascendía a 429 000 millones de USD en 2016, según datos del Banco Mundial, y el segundo a 142 600 millones en el mismo año (OCDE).

En la actualidad, tanto las remesas como las transacciones comerciales internacionales implican costes altos, tiempos de procesamiento lentos y, a menudo, altas comisiones cuando el servicio lo presta un tercero (p. ej., Western Union). Según Coeuré y Loh, este el talón de Aquiles del sistema. “Una variante digital del dinero emitido por el banco central en forma de tokens tendría el potencial de racionalizar muchos de los engorrosos procesos de liquidación y pago que son necesarios actualmente para efectuar operaciones con valores y bolsas extranjeras”. Esta versión digital no sustituiría al dinero en efectivo, pero podría mejorar el sistema actual al ofrecer un acceso a los pagos casi instantáneo, transparente y directo, 24 horas al día, los siete días de la semana.

No obstante, mientras el dinero en efectivo se siga usando tan ampliamente como hoy (el uso continúa aumentando en muchas partes del mundo), el desarrollo de monedas digitales emitidas por bancos centrales seguirá siendo una cuestión secundaria para los gobiernos. Pero, como puntualizan Coeuré y Loh, es un asunto que necesitará atención en el futuro.

Puesto que el dinero en efectivo es la única moneda que también es un bien público, los bancos centrales deben continuar supervisando los avances en el sector de pagos digitales.

Si el dinero en efectivo desapareciera, la población pasaría a ser repentinamente “totalmente dependiente del dinero comercial y la confianza en la moneda, que es un bien público fundamental, se basaría en la solvencia de las entidades comerciales y en tecnologías de pago específicas”. Como explica muy bien en un artículo reciente el gobernador del banco central de Suecia, Stefen Ingves, esto plantea un riesgo que se debe tener en cuenta porque, cuando las cosas vayan mal, ¿podremos realmente confiar en empresas privadas para mantener el flujo de efectivo?

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