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La COVID-19 y el acceso al efectivo

Categorías : El efectivo es una solución para contingencias y emergencias, El efectivo y las crisis, Los costos del efectivo contra los costos de los instrumentos electrónicos de pago
September 29, 2020
Etiquetas : Acceso a efectivo, Eficiencia del ciclo de efectivo, Inclusión financiera
Existe la posibilidad de que aumente el riesgo de exclusión financiera de grupos sociales que dependen del efectivo si no se gestionan el menor acceso al efectivo y los crecientes costes para las empresas derivados de su uso. Mantener el acceso al efectivo debería formar parte del enfoque de cualquier organización de ayuda respecto al riesgo fiduciario a la hora de prestar asistencia económica en efectivo. Los grupos de coordinación del efectivo que operan actualmente en todo el mundo deberían trabajar con sus respectivos socios de los bancos centrales y comerciales para entender mejor la economía política propia del uso del efectivo por parte de sus beneficiarios colectivos.
James Shepherd-Barron

Disaster Risk Management Consultant, Author, and Founder of The Aid Workers Union

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Durante generaciones, el efectivo (billetes y monedas) ha desempeñado un papel esencial en la sociedad como medio de pago principal. Sin embargo, su uso en las transacciones está descendiendo, una tendencia que parece haberse acelerado durante la pandemia de la COVID-19. Esta caída tiene consecuencias para la producción de billetes y monedas y también para la infraestructura utilizada en la distribución del efectivo a los ciudadanos y a las empresas.

Según un informe de la Oficina Nacional de Auditoría (NAO) del Reino Unido de septiembre de 2020, “la mayoría de los adultos utiliza el efectivo al menos en algunas ocasiones y ciertos grupos sociales siguen dependiendo en gran medida del dinero en metálico para cubrir sus necesidades cotidianas”. Esta situación se da tanto en Uzbekistán o en Uganda, como en el Reino Unido. En el Reino Unido, el gasto anual con billetes y monedas en las tiendas asciende a 100 000 millones de GBP, lo que supone 1 500 GBP por cada hombre, mujer y niño/a.

En cierta medida contradictorio es el hecho de que, a pesar de que el uso del efectivo en las transacciones diarias haya descendido, la demanda de billetes en realidad ha incrementado de manera constante en los últimos veinte años, según la NAO. Por extraño que parezca, los bancos centrales apenas disponen de información fiable para cuantificar la cantidad de efectivo que posiblemente se retenga, dónde o por qué se da esta circunstancia. En los últimos diez años, los estudios han señalado un uso creciente de billetes como reserva de valor en la mayoría de las principales monedas del mundo. Se piensa que los posibles factores que contribuyen a la demanda son los bajos niveles de inflación y los tipos de interés, que generan una confianza cada vez mayor en el valor real y un menor coste de oportunidad por mantener efectivo, y también la pérdida de confianza en los bancos tras la crisis financiera de 2008.

El sistema del efectivo es complejo y de gran envergadura. El funcionamiento de los sistemas de efectivo genera costes tanto para los contribuyentes como para las empresas. Aunque los costes de producción de billetes y monedas se compensan con los ingresos resultantes de su venta al mercado al valor nominal – un proceso que se denomina "señoreaje" – se estima que toda la infraestructura del efectivo en el Reino Unido tiene unos costes de mantenimiento de alrededor de 5 000 millones de GBP.

La constante reducción del uso de dinero en metálico en las transacciones ejerce presión sobre el sistema del efectivo. Muchos de los costes de la producción y la distribución del efectivo son fijos. Los operadores comerciales han advertido de las presiones sobre sus modelos de negocio, que anteriormente habían dependido de mayores volúmenes de efectivo para mantener el atractivo comercial de sus operaciones. Las organizaciones de consumidores han manifestado su preocupación por la posibilidad de que aumente el riesgo de exclusión financiera de los grupos sociales que dependen del efectivo si no se gestionan correctamente el menor acceso al efectivo y los crecientes costes para las empresas derivados de su uso. En las sociedades de rentas bajas – es decir, casi todos los países en los que trabajan las organizaciones de ayuda internacional – esa exclusión afectaría a casi todo el mundo.

Los bancos centrales siguen intentando entender mejor qué tipo de consumidores utiliza con más frecuencia el efectivo y por qué lo necesitan. La información sobre las necesidades de los consumidores puede ayudar a los reguladores a enfocar mejor sus acciones para ayudar a aquellas personas que afrontarían dificultades en la práctica si se viera reducida su capacidad para acceder al efectivo.

Mantener el acceso al efectivo debería formar parte del enfoque de cualquier organización de ayuda respecto al riesgo fiduciario a la hora de prestar asistencia económica en efectivo. En vez de hacer proselitismo con las transferencias digitales de dinero para las personas migrantes, es el momento de que los 66 grupos de coordinación del efectivo que operan actualmente en todo el mundo trabajen con sus respectivos socios de los bancos centrales y comerciales para entender mejor la economía política propia del uso del efectivo por parte de sus beneficiarios colectivos. Al fin y al cabo, será a quienes más perjudique un incremento de los costes y un menor acceso al efectivo. Asimismo, las organizaciones socias de CaLP (The Cash Learning Partnership) deberían encargar estudios sobre este ámbito tan poco conocido de la ayuda humanitaria mediante efectivo (y cupones).

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