Mientras el gobierno de Venezuela trata de promover la venta de su criptomoneda respaldada por activos del petróleo, el petro, los ciudadanos de a pie se enfrentan a serias dificultades para obtener acceso a cualquier tipo de dinero. De hecho, la escasez de dinero es tan pronunciada que ha dado lugar a la aparición de un nuevo tipo de trabajo informal: el repartidor de dinero en efectivo. Estos cajeros humanos están viviendo su momento dorado gracias a la falta de liquidez en el país, ya que aplican márgenes desorbitados que alcanzan hasta el 100 % del dinero en efectivo solicitado.
En un artículo para Bloomberg, Andrew Rosati describe el suplicio diario de los venezolanos para obtener dinero tangible, así como los costes desmesurados que conlleva, incluso para personas como él equipadas con otros métodos de pago como tarjetas bancarias. En efecto, algunas de las transacciones más mundanas, como llenar el depósito de gasolina o comprar un café en la calle, exigen el pago en efectivo, un bien muy difícil de obtener en un país azotado por la inflación. Y, dada la delicada situación financiera del gobierno, imprimir más dinero se ha vuelto muy caro, lo que deja a todos los ciudadanos, pero especialmente a los más vulnerables, a expensas de un nuevo ejército de intermediarios que aplican comisiones excesivas por sus servicios.
A pesar de que los billetes de menor denominación no tengan apenas valor, el dinero en efectivo está demostrando ser un activo inestimable. No obstante, la incapacidad del gobierno para asegurar la disponibilidad de más efectivo en circulación está dando lugar, por desgracia, a la creación de una nueva profesión y a una nueva zona de sombras en la economía.