A medida que se acelera el cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos se volverán más frecuentes y devastadores. A mediados de febrero, la tormenta de nieve Uri casi provocó una catástrofe en Texas, uno de los estados productores de energía más ricos del mundo. Millones de tejanos perdieron la energía eléctrica y carecieron de agua potable durante días o semanas.
Texas era muy vulnerable a una tormenta de nieve con temperaturas árticas que causara un aumento súbito en la demanda de energía eléctrica debido a la baja inversión en infraestructura lista para operar en bajas temperaturas y al hecho de que la red eléctrica estatal no está conectada a otras redes interestatales. Como el estado no podía importar electricidad cuando los tejanos más la necesitaban, las empresas de servicios públicos realizaron apagones de la red eléctrica para evitar daños duraderos que la dañaran por meses.
Las interrupciones detuvieron las actividades en el estado. Al 16 de febrero, al menos 4.4 millones de clientes (35.1% del total estatal) habían perdido el suministro de energía eléctrica. Los sistemas de agua también fallaron. La red eléctrica estuvo a punto de fallar por completo. Bill Magness, presidente y director ejecutivo del Consejo de Confiabilidad Eléctrica de Texas (ERCOT), dijo que la red eléctrica del estado estuvo “a segundos y minutos” de un colapso total. “Si hubiéramos permitido que ocurriera un apagón catastrófico, hoy no estaríamos hablando de recuperar el suministro de energía de la mayoría de los clientes. Estaríamos hablando de cuántos meses podrían pasar antes de que recuperáramos la electricidad”.
Como las redes de pagos electrónicos no funcionaban, las tiendas minoristas cerraron sus puertas o aceptaron pagos únicamente en efectivo. Incluso, después de fallos en el suministro de electricidad y la desconexión de las terminales de pago, los supermercados H-E-B permitieron a sus clientes llevarse productos gratis si no podían pagar con efectivo.
El efectivo permitió realizar actos de bondad y solidaridad durante la tormenta. Después de que una tienda Foodarama se quedara sin electricidad en Houston, un hombre “entregó al menos $500” en billetes para pagar el agua potable y los alimentos de clientes sin efectivo. En San Antonio, Bonnie Valdez, una empleada de Stripes, descubrió que después de la tormenta los clientes se habían llevado las botellas de agua potable fuera de su tienda. Cuando Valdez abrió el local, se dio cuenta de que los clientes habían deslizado USD620 en billetes debajo de las puertas. Poco después, Valdez publicó en Facebook: “me dejaron 620 en efectivo varias personas. Yo estaba como wow 🙏❤😁 . Mi tienda vendió 620 dólares cuando estaba cerrada”.
Debido a las severas condiciones climáticas, la Oficina del Contralor de la Moneda de Estados Unidos y el Departamento de Banca de Texas autorizaron a las instituciones bancarias y financieras a cerrar sus oficinas. Antes y después de la tormenta de nieve, los bancos de Texas activaron sus planes de contingencia para huracanes, incluyendo el suministro de efectivo adicional en cajeros automáticos para que los clientes pudieran retirar dinero para realizar transacciones. Algunas instituciones, como el Primer Banco Nacional de Kemp y la Unión de Crédito de New Bedford, perdieron electricidad y conectividad a Internet, por lo que no pudieron procesar transacciones durante varios días.
Varios grupos de ayuda mutua en Texas recabaron cientos de miles de dólares en donaciones para alimentar y albergar a damnificados con plataformas de pago móvil como Venmo y CashApp. Lamentablemente, estos grupos descubrieron que las plataformas restringieron sus cuentas y retrasaron las transferencias de dinero. Venmo y CashApp sólo permiten que los titulares de cuentas verificadas transfieran hasta USD4,999.99 y USD7,500 por semana, respectivamente.
Las políticas de las plataformas móviles generaron quejas generalizadas en las redes sociales con el hashtag #StopTheHolds (#detenganlasrestricciones). La ayuda en efectivo tiene un efecto multiplicador en los esfuerzos de recuperación después de desastres naturales y provocados por fallos humanos, como en las secuelas de los huracanes Maria en Puerto Rico y Harvey en Texas (ambos en 2017), un apagón masivo en Venezuela (2019), la erupción del volcán Taal en Filipinas, y los tornados de Nashville (Tennessee) (ambos en 2020).
Cuando la red eléctrica falló, los precios de la electricidad al por mayor se dispararon más de 10,000%, pasando de menos de USD50 dólares por megavatio/hora justo antes de que la tormenta Uri llegara al estado a más de USD9,000. El aumento se tradujo en enormes facturas de electricidad para consumidores con planes de tarifas variables. Griddy Energy, un proveedor mayorista de electricidad, ha hecho cargos por servicio de miles de dólares a sus 30,000 clientes.
Dado que Griddy se conecta directamente a las tarjetas de crédito o débito de los clientes para realizar cargos automáticos, los cobros se han realizado sin demora, lo que ha afectado gravemente el bienestar financiero de sus clientes. Algunos consumidores han suspendido los pagos y han cancelado sus tarjetas de débito para evitar que sus cuentas bancarias se vacíen; otros han cerrado sus tarjetas de crédito para evitar que sus saldos se disparen debido a las altas tasas de interés.
Se ha presentado una demanda colectiva contra Griddy Energy por USD1,000 millones. Derek Potts, el abogado que representa al demandante principal, dijo: “Lo que ocurrió con todos los clientes de Griddy tanto en términos de precios exorbitantes como en la forma en que Griddy hizo cargos a cuentas bancarias y tarjetas de crédito de las personas literalmente en medio de una catástrofe, mientras muchos [consumidores] se quedaron sin electricidad, calefacción y agua, es claramente contrario a las leyes vigentes en Texas para proteger a los consumidores”.
Las perturbaciones económicas provocadas por la pandemia de Covid-19 han aumentado la importancia de contar con redundancias en recursos y fortalecer la resiliencia sistémica en procesos económicos que van desde las cadenas de suministro globales hasta las redes de pago (Bátiz-Lazo, Bautista-González 2020). La tormenta de Texas es sólo el último ejemplo en una larga lista de eventos que exhiben la vulnerabilidad de la infraestructura de pagos digitales. Como se explica en el episodio 5 de la serie de videos “El efectivo y las crisis”, el ciclo de efectivo ayuda a mantener la capacidad de los damnificados por desastres para pagar bienes esenciales cuando la infraestructura de pagos electrónicos experimenta interrupciones o ha sido destruida.
Desastres naturales (como la inundación del Bajo Manhattan después del huracán Sandy en 2012) y fallas tecnológicas (como el gran apagón del noreste de Estados Unidos y Ontario de 2003, la interrupción de Visa en Europa de 2018 y el hacking del servicio de pagos vía teléfonos inteligentes de 7-Eleven de Japón en 2019) demuestran la necesidad de contar con una solución de pago que no requiera “infraestructura tecnológica o eléctrica para ser funcional” ante fallas digitales. La semana pasada, los pagos con tarjeta de crédito en varios minoristas estadounidenses, incluidos Ikea, Forever 21, McDonald’s, Chick-fil-A y Popeyes, fallaron debido a problemas de conectividad a internet que afectaron al procesador de pagos First Data / Fiserv.