La Covid-19 solo ha necesitado algunas semanas para cambiar completamente el mundo
Hasta hace poco era impensable que ciudades enteras, e incluso países al completo, pudieran cerrarse y que las actividades empresariales y los contactos sociales pudieran reducirse hasta el mínimo absoluto. Lo que era imposible antes de la Covid-19 se ha convertido en la nueva normalidad: países que cierran sus fronteras, ciudades clausuradas, industrias enteras que paran totalmente su actividad y gente confinada en sus casas. Por suerte, salvo algunos cuellos de botella temporales, el suministro de alimentos a la población está, de momento, garantizado. La tragedia humana y el daño económico son enormes, pero afortunadamente aún no se han producido revueltas violentas con heridos o muertos. Aunque todavía no se avista el final del estado de emergencia, se espera que la situación consiga controlarse pronto y regrese la normalidad.
¿Y si la Covid-19 fuera un virus de internet?
Imaginémonos ahora que la Covid-19 fuese un virus que ha infectado internet. Las soluciones de pago por internet habrían dejado de funcionar: tarjetas de crédito y de débito, pagos por móvil… ¡todo inutilizable! Tampoco sería posible realizar transacciones de dinero, salvo que fuesen en efectivo. El mundo daría un vuelco en cuestión de días. Unos sistemas que dejan de funcionar, revueltas violentas, el saqueo de supermercados y unas autoridades desbordadas marcarían la nueva agenda. ¿Un panorama de horror? Naturalmente, estamos seguros de que esta situación no puede producirse, ya que disponemos de sistemas sólidos, bien protegidos y redundantes. Igual de seguros que en el período previo a la pandemia de la Covid-19, cuando estábamos convencidos de que todo estaba preparado y que disponíamos de toda la infraestructura necesaria para evitar el desastre. Y así era hasta que ocurrió la catástrofe.
¿Qué debería hacerse?
Las catástrofes son impredecibles y pueden ocurrir en cualquier momento. Por consiguiente, es fundamental prepararse con antelación. Como suele decirse, "olvidar prepararse, es prepararse para el fracaso".
En el ámbito de los pagos deberían tenerse en cuenta las siguientes medidas:
1. Los bancos centrales nacionales, los bancos comerciales y, posiblemente, otras entidades (p. ej., las empresas públicas de transporte, los servicios postales, y las cadenas de supermercados) deberían aplicar y probar soluciones de emergencia que proporcionen a la población un sistema fiable de pagos en caso de catástrofe. De momento, el efectivo es el único medio de pago que funciona de manera fiable en situaciones de crisis.
2. Se aconseja a la población que guarde suficiente efectivo para subsanar cualquier deficiencia durante un tiempo. Esa misma recomendación es válida en el caso de los alimentos. Por ejemplo, la Agencia para Contingencias Civiles de Suecia recomienda que cada hogar guarde una reserva de efectivo en denominaciones pequeñas para su uso en caso de emergencia. Por suerte, internet se ha salvado de un virus catastrófico, de momento. Esperemos que siga siendo así. No obstante, deberían tomarse precauciones por si la situación cambia.