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Madagascar: efectivo y Covid-19

Categorías : El efectivo es el primer paso hacia la inclusión financiera, El efectivo y las crisis
February 18, 2021
Etiquetas : Catástrofes y ayuda humanitaria, Coronavirus
Las transferencias de efectivo están apoyando a los ciudadanos más pobres y vulnerables de Madagascar durante la pandemia de Covid-19, pero tienen consecuencias imprevistas.
James Shepherd-Barron

Disaster Risk Management Consultant, Author, and Founder of The Aid Workers Union

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Manuel A. Bautista-González (translation/traducción)

Ph.D. in U.S. History, Columbia University in the City of New York

Post-Doctoral Researcher in Global Correspondent Banking, 1870-2000 – Mexico and South America, University of Oxford

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Este año, una de cada 33 personas en todo el mundo necesitará asistencia humanitaria como resultado directo de la pandemia del coronavirus (Covid-19). Lo anterior representa un aumento del 40% con respecto al año pasado, según la ONU. Más de la mitad de los países que necesitan ayuda se encontraban en crisis prolongadas antes de la pandemia de Covid-19, haciendo frente a conflictos o desastres naturales.

Incluso antes de que la pandemia de Covid-19 hiciera retroceder décadas de progreso en pobreza extrema, atención médica y educación, los presupuestos de ayuda iban en una dirección equivocada. En 2020, la ONU contó únicamente con USD$38.5 mil millones (GBP28 mil millones) o el 48% de sus necesidades de financiamiento cubiertas, una caída considerable comparada con US$29 mil millones con los que contó en 2019, o 63% de sus necesidades presupuestadas.

La demanda de ayuda humanitaria está superando con creces a la oferta, al tiempo que la pandemia aumenta el volumen de solicitudes de financiamiento realizadas a gobiernos e instituciones, al tiempo que erosiona la capacidad humanitaria para apoyar a sociedades en crisis. Como resultado, “estamos viendo una tormenta perfecta”, dice Angus Urquhart del grupo de investigación Development Initiatives.

Mientras tanto, la habilidad del virus para exponer las desigualdades sociales también se ha manifestado en desigualdades al realizar apoyos en efectivo a través de plataformas de pagos móviles.

Tomemos como ejemplo el programa de confinamiento del año pasado para detener la propagación del Covid-19 en Madagascar. El gobierno malgache estableció un programa de protección social para ayudar a los ciudadanos vulnerables ​​que se vieron afectados económicamente por medidas estrictas de contención de la pandemia en las cuatro principales ciudades del país (Antananarivo, Toamasina, Moramanga y Fianarantsoa).

Antes de que se levantara el confinamiento, más de 244,000 hogares de 769 vecindarios en esas cuatro ciudades se beneficiaron de transferencias de efectivo mensuales de alrededor de MGA100,000 (equivalentes a USD27). Los apoyos fueron financiados a través de un programa incondicional de transferencia de efectivo financiado en su mayor parte por préstamos blandos del Banco Mundial … préstamos que Madagascar no puede pagar. Los hogares pobres y vulnerables beneficiados por el programa fueron identificados como los más expuestos al riesgo de inseguridad alimentaria y cuyos ingresos se interrumpieron debido al auto-aislamiento obligatorio.

“Durante el período de confinamiento en el que los ingresos de hogares vulnerables se ven afectados, las redes de seguridad social ayudan a esas familias a satisfacer sus necesidades alimentarias básicas, a que eviten vender sus activos o sacrificar sus medios de vida para sobrevivir, y a que protejan su capital humano, respetando simultáneamente las reglas de confinamiento”, explicó Julia Rachel Ravelosoa, economista principal de protección social para Madagascar del Banco Mundial.

Uno de los principales objetivos  del programa de confinamiento era preservar la vida y los medios de subsistencia humanos, especialmente para los más vulnerables. “En este contexto”, dijo Ravelosoa, “las instituciones de protección social son la herramienta más adecuada”, y agregó que, “esta respuesta a Covid-19 también ha permitido fortalecer el uso de la tecnología, en alianza con empresas de pagos móviles, para agilizar la implementación del programa. Esto ha sentado las bases para promover una mayor inclusión financiera para estas poblaciones beneficiarias ”.

Desafortunadamente, puede ser que los beneficios de la inclusión financiera alcancen a algunos beneficiarios, pero no a todos. Esto se debe a que la retórica del Banco Mundial y otros miembros de la Alianza Better Than Cash liderada por la ONU minimiza las consecuencias no deseadas de realizar pagos de protección social utilizando plataformas de pagos móviles. Estas consecuencias incluyen la rápida aceleración del endeudamiento de los hogares provocada por el uso de aplicaciones de préstamos de nómina y el consiguiente sobre-endeudamiento; los precios más altos de los productos en las tiendas a medida que los minoristas transfieren sus mayores costos de transacción a los consumidores; y la reducción de la relación calidad-precio para donantes institucionales debido a la reducción de efectos multiplicadores provocados por la falta de circulación de efectivo en mercados locales. Este mecanismo de apoyo también es discriminatorio porque excluye a aquellos beneficiarios para quienes el costo de un teléfono inteligente habilitado para una red 3G y los costos recurrentes de los planes de datos resultan prohibitivos.

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