El 15 de agosto de 2021, los talibanes reconquistaron la capital de Afganistán, Kabul, derrocaron al gobierno y restablecieron el Emirato Islámico. El mundo observó conmocionado cómo las tropas estadounidenses y de la OTAN aseguraban la caótica evacuación de los ciudadanos extranjeros, del personal de las embajadas y de los ciudadanos afganos que habían trabajado con las fuerzas extranjeras de la coalición.
La caída de Kabul provocó el colapso del sistema financiero que había funcionado enteramente en efectivo desde la invasión liderada por Estados Unidos en otoño de 2001. En diciembre de 2020, los depósitos en moneda extranjera representaban el 60% de todos los depósitos en los bancos afganos (Banco Mundial 2021: 10). Los extranjeros no aceptaban la moneda nacional (el afgano, AFN) para liquidar transacciones internacionales, y sólo el público afgano la utilizaba en las transacciones diarias. La comunidad internacional aisló rápidamente a Afganistán del sistema financiero mundial.
Esto dejó al país ante lo que The Guardian describió como una “tormenta perfecta potencialmente catastrófica de cierres de bancos y escasez de divisas, además de la suspensión de las transferencias de dinero por parte de las empresas que sostienen el flujo clave de remesas a los afganos desde el extranjero por parte de sus familiares”. El Servicio de Investigación del Congreso estadounidense señaló que el colapso económico exacerbó una grave crisis humanitaria antes de agosto de 2021, debida principalmente al conflicto, la sequía y la pandemia de COVID-19. Los indicadores sugieren que las condiciones han empeorado significativamente desde agosto de 2021: el Programa Mundial de Alimentos afirmó en agosto de 2022 que el 92% de los afganos declaraba no tener suficiente comida, un aumento respecto al 80% que no tenía alimentos suficientes antes de la toma del poder por los talibanes.
Mientras los billetes siguen deteriorándose, el país se enfrenta a una enorme crisis de liquidez. El país se ha convertido en una economía en efectivo, sin un sistema bancario que funcione, y que se enfrenta a una grave escasez de efectivo.
Según el medio afgano Tolo News, Afganistán recibirá pronto una entrega de nuevos billetes. Citando a un miembro del Consejo de Administración del Fondo Fiduciario Especial para Afganistán, creado por la ONU para canalizar la ayuda internacional al desarrollo, el medio afirma que la imprenta Polish Security Printing Works (PWPW) entregará 380 millones de nuevos billetes afganos en el plazo de un mes.
Tolo News añade que una imprenta francesa ha firmado otro contrato de 390 millones de billetes con un valor nominal de 10 mil millones de afganos.
Ned Price, portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, dijo en una conferencia de prensa:
Estados Unidos y sus aliados han estado trabajando intensamente con los bancos internacionales para facilitar la transferencia de pagos del Banco Central de Afganistán a las empresas de impresión europeas donde se producirán los nuevos billetes. Estas empresas prepararán ahora nuevos billetes afganos para sustituir los billetes desgastados. De este modo se abordará uno de los aspectos de la actual crisis de liquidez de Afganistán, en consonancia con los esfuerzos de Estados Unidos por apoyar las necesidades humanas básicas y evitar un colapso económico.
Como se ha informado ampliamente, los mercados de Afganistán, incluso hoy, funcionan ampliamente con efectivo, pero los billetes existentes se están desmoronando. Por eso es un reto tan urgente. Aunque los bienes están a la venta, el dinero para comprar esos bienes se está deteriorando, y el banco central, con estas transacciones, podrá reemplazar los billetes viejos y dañados. Y esto permitirá al pueblo afgano comprar alimentos y otros artículos necesarios. Así que es enormemente importante.
Se trata del bienestar del pueblo afgano. Los afganos han sufrido el deterioro de estos billetes.