En diciembre de 1993, el economista Joel Waldfogel, de la Universidad de Yale, midió la “pérdida de peso muerto” de la Navidad estudiando la diferencia entre el costo de los regalos navideños y cuánto los valoraban sus destinatarios una vez contabilizados los intercambios y dejado de lado el valor sentimental. Una pérdida de peso muerto es un costo social creado por ineficiencias de mercado, que se produce cuando la oferta y la demanda están fuera de equilibrio.
El argumento clave de Waldfogel es que lo mejor que puede hacer quien hace un regalo es reproducir la elección que habría hecho el destinatario. Aunque el destinatario puede valorar el regalo más que su precio real, lo más probable es que quede en peor situación que si hubiera hecho su propia elección de consumo con la misma cantidad de dinero. Para apoyar su tesis, Waldfogel realizó una encuesta entre estudiantes universitarios de Yale y calculó que el hecho de hacer regalos destruía entre el 10% y el 30% del valor de los mismos.
Aplicando estos coeficientes al valor del gasto navideño en 1992, Waldfogel calculó que hacer regalos en lugar de dinero en efectivo suponía una pérdida de peso muerto de entre 4 y 13 mil millones de dólares sólo en Estados Unidos. Naturalmente, estas cifras serían muy superiores en la actualidad. Finder.com calcula que, en 2022, 32 millones de británicos (el 62% de la población) recibirán al menos un regalo no deseado por valor de 1.2 mil millones de libras en conjunto.
Sin embargo, François Levêque, economista de Mines Paris, afirma en The Conversation que “el razonamiento económico es erróneo y absurdo”. Levêque cita una encuesta entre economistas realizada en 2013 en el foro IGM de Chicago Booth, la mayoría de ellos profesores de Harvard, el MIT o Berkeley, a los que se pidió que reaccionaran a la siguiente pregunta: “Dar regalos específicos como obsequios festivos es ineficaz porque los beneficiarios podrían satisfacer mucho mejor sus preferencias con efectivo.”
Los resultados ilustran la ausencia de consenso, con un 54% de desacuerdo y un 17% de acuerdo. Vale la pena leer los comentarios.
En lugar de pedirle matrimonio a tu mujer con un anillo de diamantes, le ofreces una tarjeta de regalo de igual valor. Eficaz… si no cuentas las facturas del hospital. – Austan Goolsbee
Este es el tipo de visión estrecha que, con razón, da mala fama a la economía. – Angus Deaton
Para Levêque, el valor del regalo no se limita a su valor monetario. No hay que pedir a los alumnos de Waldfogel que estimen el precio del regalo recibido, dejando de lado el valor sentimental, sino que deben estimar el valor total, entendido como su valor material más su valor sentimental. En este caso, se convierte en una ganancia, no en una pérdida. La satisfacción del donante también debe incluirse en el cálculo. Como dice el refrán, el placer de dar es mayor que el de recibir.
Los economistas Alex Tabarrok y Tyler Cowen también debaten sobre la economía de hacer regalos en este vídeo mientras visten suéteres navideños, lo que constituye un argumento de peso.
Yanis Varoufakis, ex ministro de Finanzas de Grecia y economista de la Universidad de Atenas, analiza en Project Syndicate cómo ven los regalos navideños las distintas escuelas de pensamiento económico, desde la neoclásica y la keynesiana hasta la libertaria y la marxista. Y concluye: “Levedad aparte, la respuesta revela la pomposidad y vacuidad de cada teoría económica”.
Para algunos, regalar efectivo puede ser poco imaginativo, irreflexivo o incluso perezoso. Como siempre, Internet ofrece soluciones a problemas que la mayoría de la gente nunca ha tenido.
¡Felices fiestas!