Japón es uno de los países del mundo con los mayores niveles de efectivo en circulación en relación a su PIB, con una proporción superior al 20%, frente al 8% de Estados Unidos o al 11% de la zona euro. En términos de valor, los billetes en circulación se han duplicado entre 2000 y 2019. Sin embargo, el billete de 10,000 yenes (JPY) – la denominación más alta – representa el 90% del efectivo en circulación, lo que indica que el efectivo es un instrumento importante como reserva de valor (ver Gráfico 1). Según Reuters, en 2019 los hogares japoneses mantenían más de la mitad de sus activos en efectivo y depósitos bancarios.
Después de un periodo de relativa estabilización en 2019, el crecimiento del efectivo en circulación se reanudó en 2020, a pesar de los esfuerzos del gobierno para incentivar la adopción de pagos digitales, el impacto de la pandemia de Covid-19 en el consumo y en la aceleración de pagos electrónicos. El crecimiento se debió en su totalidad al aumento en la demanda del billete de JPY10,000. El volumen de las otras denominaciones se ha mantenido estable o incluso ha disminuido ligeramente. El valor total de los billetes en circulación alcanzó los JPY118 billones en diciembre de 2020, lo que representa un aumento del 30% desde 2015 (ver Gráfico 1).
De acuerdo con el periódico Asahi, la demanda de efectivo ha sido impulsada por bajas tasas de interés (que reducen los incentivos para que los consumidores depositen su dinero en cuentas bancarias) y comisiones más altas por usar cajeros automáticos. Asimismo, en 2020, el gobierno japonés realizó transferencias en efectivo de JPY100,000 por persona, como apoyo económico por la pandemia. La menor demanda de denominaciones más pequeñas se debió a cambios en los hábitos de los consumidores, con marcadas alzas en las compras electrónicas y servicios de entrega a domicilio.