El 11 de junio, la Reserva Federal anunció su decisión de racionar la distribución de monedas a las entidades depositarias en función de los volúmenes históricos de pedidos por denominación. La pandemia de la COVID-19 ha alterado profundamente la cadena de suministro y los patrones normales de circulación de las monedas estadounidenses. Los depósitos de las entidades depositarias en la Reserva Federal han caído drásticamente y la producción de la Casa de la Moneda de EE. UU. también ha descendido debido a las medidas implantadas para proteger a sus empleados. Los pedidos de monedas por parte de las entidades depositarias han comenzado a aumentar conforme las regiones reabren sus economías, provocando una caída del inventario de monedas de la Reserva Federal por debajo de los niveles normales.
“Con el cierre parcial de la economía, el flujo de monedas a través de la economía se ha detenido”, afirmó Jerome H. Powell, Presidente de la Reserva Federal, en una comparecencia ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara el mes pasado.
En abril de 2020, el Tesoro estadounidense estimaba que el valor total de las monedas en circulación alcanzaba los 47 800 millones de USD, frente a los 47 400 millones de USD en abril de 2019. Según el Tesoro, si bien el volumen de monedas en la economía es adecuado, el menor ritmo de circulación ha supuesto que no se disponga de cantidades suficientes de monedas allí donde se necesitan. Ante el cierre de establecimientos como las tiendas de ropa, las sucursales bancarias, las autoridades de transporte y las lavanderías, los lugares habituales por los que las monedas entran en nuestra sociedad han ralentizado o incluso detenido su circulación normal.
La Casa de la Moneda de los Estados Unidos es la entidad emisora de moneda y determina la producción anual de monedas basándose en los pedidos mensuales y en una previsión de pedidos en un período de 12 meses sucesivos que elabora la Reserva Federal. La Casa de la Moneda transporta el dinero desde sus centros de producción en Filadelfia y Denver a todos los Bancos de la Reserva y las terminales de monedas de dichos bancos.
Los Bancos de la Reserva distribuyen monedas nuevas y en circulación a las entidades depositarias para atender la demanda de la sociedad. Los Bancos de la Reserva almacenan cierto volumen de monedas en sus cajas fuertes y también suscriben contratos con terminales de monedas operados por empresas de transporte blindado para almacenar, recibir y distribuir monedas por cuenta de los Bancos de la Reserva.
En julio, la Reserva Federal comenzó a animar a los bancos para que aceptaran depósitos de clientes en forma de monedas sueltas y o en cartuchos, y ha creado un grupo de trabajo — compuesto por la Casa de la Moneda, empresas de transporte blindado, asociaciones bancarias, empresas de recogida de monedas y el sector minorista — para facilitar que la moneda recupere los niveles de circulación normales. Incluso tienen un hashtag: #getcoinmoving.
La Fed también trabaja con la Casa de la Moneda para aumentar la capacidad de producción y cree que las monedas en circulación regresarán a los niveles normales en cuanto comiencen a reabrir más empresas. En lo que llevamos de 2020, la Casa de la Moneda estadounidense ha producido 6 500 millones de monedas, incluidas más de 1 000 millones de monedas de un cuarto de dólar.
Algunos comercios minoristas, entre ellos las farmacias CVS, las tiendas de descuento de la cadena Dollar Tree, Wawa y Stop and Shop, ofrecen a los clientes la opción de redondear su compra a la cantidad entera más cercana y la diferencia se dona a entidades benéficas, según informan los medios locales.
La cadena de supermercados Kroger ha dejado de devolver el cambio en monedas en sus tiendas y la cantidad restante de las transacciones en efectivo se carga ahora a las tarjetas de fidelidad de los clientes para su próxima compra. Los clientes también pueden utilizar los fondos para contribuir al programa "Round Up" de Kroger y así apoyar a la fundación Zero Hunger/Zero Waster Foundation de la empresa.
Según pymnts.com, “a algunos clientes que pagan en efectivo podría no gustarles estas iniciativas, pero ingresar el cambio en las tarjetas de fidelidad puede suponer un verdadero impulso para los comercios. Para los comercios que abran, los clientes que no dispongan todavía de tarjetas de fidelidad de una cadena concreta pueden sumarse a estos programas simplemente para no perder su cambio. De esta forma, esos clientes no solo proporcionarán algunos datos personales a los comercios, sino que probablemente regresarán a ese establecimiento en el futuro para utilizar el cambio que no hayan gastado”.
Otros comercios, como por ejemplo, 7-Eleven, Pilot y Circle Kare, simplemente piden a los clientes que den el cambio exacto o que utilicen métodos de pago alternativos.
Coinstar, propietaria de 22 000 autoservicios de monedas en todo el país, afirma que durante el confinamiento se redujo el volumen de monedas, pero que comienza a observar un repunte de las transacciones. “Por tanto, hemos aumentado la frecuencia de la recogida de monedas para volverlas a poner en circulación”, señala Jim Gaherty, Consejero Delegado de la empresa.
Las circunstancias también han reavivado el debate sobre el valor del centavo. Will Luther, académico del Cato Institute, y J.P. Koning, fundador del blog Moneyness, abogan por retirar totalmente las monedas de centavo. “Dada su escasa utilidad, el centavo resulta demasiado costoso en épocas normales. La Casa de la Moneda perdió 0,99 centavos por cada centavo vendido en 2019”, afirma Luther. Tal y como señala Koning, “de los 4 900 millones de monedas que fabricó la Casa de la Moneda estadounidense desde principios de 2020, la mayor parte de ellas — 2 700 millones — han sido centavos”. Recomiendan seguir las reglas de redondeo adoptadas por países como Canadá, Suecia, Finlandia o los Países Bajos, donde los comerciantes redondean la transacción a los 5 céntimos o centavos más cercanos.
Estados Unidos no es el primer país que sufre escasez de monedas. El economista especializado en asuntos monetarios e historiador George Selgin ha recordado que, hace dos siglos, Gran Bretaña sufrió un déficit de monedas “tan grave que amenazó con detener el avance de la industrialización británica“. El problema se resolvió cuando las empresas privadas comenzaron a acuñar sus propias monedas, que eran “más pesadas, más bonitas y mucho más difíciles de falsificar”, escribe Selgin. En Argentina, varios supermercados comenzaron a emitir sus propios billetes privados debido a la escasez de monedas durante la pandemia.
En 2015, la autoridad monetaria de Hong Kong lanzó un programa de recogida de monedas para impulsar la recirculación de las monedas acumuladas. Dos “carros de monedas”, camiones equipados con dos clasificadores de monedas, cubrieron los 18 distritos de Hong Kong. Los usuarios podían canjear sus monedas sueltas por billetes o añadir saldo a sus tarjetas de transporte.
En Reino Unido, Shrap es una CashTech que propone digitalizar monedas porque “son el elemento más incómodo e ineficiente de la transacción”, afirma su fundador Chris Forero-Slee . La solución permite que los clientes paguen en efectivo en los comercios y que estos devuelvan el cambio electrónicamente a una tarjeta o aplicación móvil.