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Principios para pagos en efectivo responsables

Categorías : El efectivo asegura la competencia entre instrumentos de pago, El efectivo brinda seguridad, El efectivo y las crisis
December 2, 2021
Etiquetas : Efectivo, Inclusión financiera, Pagos digitales, Sostenibilidad
Según los Principios de la ONU para los Pagos Digitales Responsables de la Alianza Better Than Cash, los pagos digitales tienen un largo camino que recorrer para ser mejores que el efectivo. Hoy, más que nunca, el efectivo es esencial en un sistema monetario diversificado y sustentable.
James Shepherd-Barron and Guillaume Lepecq

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Manuel A. Bautista-González (translation/traducción)

Ph.D. in U.S. History, Columbia University in the City of New York

Post-Doctoral Researcher in Global Correspondent Banking, 1870-2000 – Mexico and South America, University of Oxford

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En septiembre de 2021, la Alianza Better Than Cash (BTCA), una asociación de gobiernos, empresas y organizaciones internacionales dedicada a acelerar la transición para abandonar el dinero en efectivo, publicó un documento confusamente titulado “Principios de la ONU para los pagos digitales responsables”. “El reto”, decían, “es que los pagos digitales sean mejores que el efectivo en todos los aspectos”, al tiempo que sugerían que “el mundo está respondiendo a la urgente necesidad de los pagos digitales porque son más rápidos, más seguros, más asequibles, más transparentes y más eficientes que el efectivo”.

Enmarcar el debate

Al menos la Alianza ha enmarcado el reto correctamente: los pagos digitales tienen, en efecto, un largo camino que recorrer “para ser mejores que el efectivo en todos los aspectos”. Pero si existe o no “una necesidad urgente de pagos digitales” o si los pagos digitales son “más rápidos, más seguros, más asequibles, más transparentes y más eficientes que el efectivo” son puntos de vista, no hechos, que pueden debatirse. Insinuar, como ha hecho el BTCA aquí, que son “verdades” fundamentales es engañoso.

Nadie niega que los pagos digitales han avanzado enormemente en las últimas décadas, como demuestran los datos del Banco Mundial, que muestran que la proporción de adultos que tienen una cuenta bancaria aumentó en todo el mundo del 62% en 2014 al 69% en 2017. Y la actual pandemia ha visto una aceleración de la digitalización del dinero. Pero, ¿hace esto que los pagos digitales sean mejores que el efectivo?

El aumento masivo del efectivo en circulación durante la pandemia ilustra la confianza mundial en los billetes y monedas, que siguen siendo un refugio seguro en tiempos de incertidumbre. En épocas de crisis, la gente tiende a aumentar sus reservas de efectivo por precaución para estar preparada para lo que se avecina. Y el dinero en efectivo es el primer paso en la inclusión financiera, que según el Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo de la Capitalización (FNUDC), ocupa un lugar destacado como facilitador de ocho de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2030.

La digitalización del dinero genera nuevos riesgos

Pero el documento de la BTCA confunde las ventajas de los pagos digitales con el dinero móvil y la justificación más amplia de la inclusión financiera, sin abordar los posibles inconvenientes. Uno se pregunta a quién quieren convencer y por qué. ¿A la mitad de la población adulta del mundo que no realizó ningún pago digital el año pasado? ¿A los Ministerios de Finanzas? ¿A los bancos centrales? ¿O los proveedores privados? En el lenguaje de la igualdad social y la reducción de la pobreza, cuestiones como la falta de acceso a internet, el costo prohibitivo de los planes de datos para teléfonos inteligentes, la explosión de las tasas de fraude y el creciente endeudamiento, quedan sin tratar. Y no se menciona en absoluto la resistencia del dinero en efectivo en tiempos de catástrofe o el hecho de que más del 90% de las transferencias digitales realizadas en sociedades de bajos ingresos se convierten en efectivo antes de la compra. Son verdades incómodas que no se abordan deliberadamente.

Los pagos digitales están lejos de cumplir los principios

Si se examinan los nueve principios sucesivamente, se pueden hacer las siguientes observaciones:

  1. Tratar a los usuarios de forma justa: Los que actualmente están desatendidos por los servicios financieros formales se enfrentan a mayores barreras para su adopción y sufren más si los fondos se extravían. Según un informe del Banco de Pagos Internacionales, los afroamericanos tienen menos probabilidades de tener cuentas bancarias que otros grupos en Estados Unidos, y lo mismo ocurre con los pobres en Europa.  En cambio, el dinero en efectivo no discrimina.
  2. Garantizar que los fondos estén protegidos y sean accesibles: Los usuarios esperan, con razón, que su dinero esté seguro y disponible. Hoy, con demasiada frecuencia, no es así. El 25 de junio, el procesador de pagos alemán Wirecard admitió que habían desaparecido 1,900 millones de euros de sus cuentas de depósito, lo que no sólo llevó a la detención de su director general, sino también a la investigación del regulador financiero alemán por parte de la Comisión Europea.
  3. Dar prioridad a las mujeres: Los gobiernos y el sector privado son cada vez más conscientes del poder transformador de la participación femenina en las plataformas digitales de pago. Pero las mujeres son las primeras en sufrir la exclusión financiera. Las mujeres están sobrerrepresentadas entre los no bancarizados y representan el 56% de todos los adultos no bancarizados. En algunos países las mujeres no pueden abrir una cuenta bancaria. Para ellas, el efectivo es la única opción.
  4. Proteger los datos de los clientes: Impedir el uso indebido de los datos es fundamental para desarrollar pagos digitales de confianza. Los modelos actuales de protección de datos y privacidad se basan en el consentimiento. Sin embargo, la confusión sobre la propiedad y los sesgos hacen que el consentimiento informado siga siendo esquivo. La Asociación Europea de Consumidores BEUC dijo que “el efectivo es el único medio de pago que protege la privacidad y garantiza la inclusión social”.
  5. Diseño para las personas: Miles de millones de personas siguen excluidas de los pagos digitales. Los proveedores suelen diseñar para el usuario experto en tecnología, dejando de lado la diversidad de necesidades de los más vulnerables y desfavorecidos. Por otro lado, los creadores de billetes han desarrollado muchas herramientas para hacer el efectivo más accesible, como características táctiles o aplicaciones para los ciegos y los discapacitados visuales o códigos de colores para los analfabetos.
  6. Sea transparente, sobre todo en los precios: Los malentendidos fomentan la desconfianza. La desconfianza fomenta la vuelta al efectivo. Es relativamente fácil ofrecer productos bancarios básicos, como ahorros y préstamos, a través de aplicaciones para teléfonos inteligentes. Pero, como señala Martin Wolf, del Financial Times, el problema es que el acceso digital y los conocimientos financieros son desiguales, incluso en los países de ingresos elevados. Según Eswar Prasad, profesor de Economía de la Universidad de Cornell, “esto significa que si no se explican bien los riesgos de estos productos, se puede acabar con los relativamente menos pudientes asumiendo mucho más riesgo del que se dan cuenta”. Si los usuarios no conocen el coste de los distintos métodos de pago, difícilmente podrán dar su consentimiento, “informado” o no.
  7. Ofrecer al usuario la posibilidad de elegir mediante la interoperabilidad: Estos silos impiden que los pagos digitales alcancen la misma comodidad, asequibilidad y utilidad que el efectivo. El efectivo funciona en cualquier lugar, en cualquier momento y para todo el mundo. No está sujeto a averías o fallos tecnológicos.
  8. Hacer que el recurso sea claro, rápido y receptivo: Hoy en día, los sistemas de recurso son a menudo arcaicos. La reparación de agravios y la indemnización por fraude deberán abordarse de forma sistemática. El Grupo de Investigación de Interés Público de Estados Unidos señaló en junio de 2021 que las quejas de los consumidores sobre aplicaciones de pago como PayPal, Venmo y Square han aumentado durante la pandemia.
  9. Defender la responsabilidad de la cadena de valor: La rendición de cuentas y la responsabilidad están evolucionando para ser compartidas a lo largo de la cadena de valor. Pero los consumidores no saben quién es responsable de qué o cuáles son los costos reales. No se trata sólo del costo de los pagos o del ciberfraude, sino de cómo el dinero en efectivo, tiene el potencial de ser una gran influencia en las libertades civiles.

La palabra “confianza” aparece a menudo en la declaración de principios de la BTCA. Y así debe ser, porque demuestra que hay muchas cosas en el ecosistema de los pagos digitales en las que todavía no se puede confiar. Y lo más probable es que, con el aumento exponencial del fraude y el endeudamiento de los hogares, esto siga siendo así en un futuro próximo. Generar confianza en pagos digitales es un esfuerzo perfectamente encomiable, pero no puede hacerse en detrimento del efectivo. El efectivo es la base del sistema monetario y la única forma de dinero del banco central disponible para el público en general.

Es tarea de los bancos centrales -junto con otros reguladores- garantizar que la revolución de los pagos digitales funcione para el conjunto de la sociedad, y no sólo para quienes pretenden rediseñar el mundo a su imagen y semejanza.

El dinero en efectivo es una salvaguarda

No existe una única naturaleza del dinero. El dinero siempre ha estado diversificado en su forma: oro y plata; billetes y monedas; banco central y dinero privado…. En el futuro, seguiremos necesitando un sistema monetario diversificado, no singular.

Creemos que el efectivo debe coexistir con otras formas de dinero porque proporciona una diversificación muy necesaria y una salvaguarda contra algunas de las amenazas y desafíos que plantea la digitalización. Es inclusivo y no discrimina. Protege el derecho a la intimidad de las personas frente al capitalismo de hipervigilancia. Protege a los más vulnerables contra la brecha digital. Proporciona un espacio para ejercer la libertad de elección, incluso contra regímenes autoritarios.

El debate no debe limitarse a la tecnología (su forma) sino al papel social y económico del dinero (su función). El futuro panorama monetario debe conciliar las funciones tradicionales del dinero con un impacto social y medioambiental positivo: inclusión, resiliencia, sustentabilidad y protección de la privacidad individual. Hoy en día, sólo el dinero en efectivo cumple estas condiciones.

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