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Tras la senda del dinero – El futuro del efectivo

Categorías : El efectivo es el primer paso hacia la inclusión financiera, El efectivo es también una reserva de valor, El efectivo es una solución para contingencias y emergencias
September 11, 2020
Etiquetas : Coronavirus, El futuro del efectivo, Inclusión financiera, La guerra contra el efectivo, US
Ahora que han pasado más de seis meses desde el comienzo de la pandemia de coronavirus, una de las primeras consecuencias destacables ha sido una reducción del uso de dinero físico. Este descenso se ha producido por varios factores: La mayoría de los comercios cerraron o redujeron sustancialmente sus operaciones; prácticamente todos los bares y restaurantes que permanecieron abiertos solo podían servir comida para llevar; casi todo el mundo comenzó a trabajar desde casa, cuando esa opción resultaba posible, y las compras online a través de Amazon y otras modalidades de entrega a domicilio se dispararon.
Michael G. Malloy

Managing Editor

American Academy of Actuaries

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Este artículo fue publicado por primera vez en Contingencies y se reedita con la autorización del autor.

 

Cuando estalló la pandemia a mediados de marzo, el 11 de marzo, la Asociación Nacional de Baloncesto suspendió la temporada después de que un jugador diera positivo y, ese mismo día, Tom Hanks, posiblemente el actor más famoso del mundo, anunció desde Australia que él y Rita Wilson, su mujer, habían contraído la COVID-19. En aquel momento, algunos bancos de la ciudad de Nueva York sufrieron escasez de billetes de dólar de mayor denominación debido a las numerosas retiradas de billetes de 100 USD de sus clientes, quienes llegaron a llevarse nada menos que 50 000 USD, según el New York Times.

Por otro lado, cada vez hay más milenials y jóvenes de otras generaciones que recurren a PayPal, Venmo, Apple Pay, Google Pay y otras aplicaciones de pago sin contacto — Las acciones de PayPal repuntaron más de un 50 % a mediados de año, y la tendencia a utilizar menos efectivo avanza de forma gradual, pero constante desde el comienzo de este siglo.

“En realidad, el sector de lo seguros ha dejado de utilizar efectivo”, afirma Gareth Kennedy, vicepresidente de Gestión del Riesgo e Información Financiera de la American Academy of Actuaries y director general de Seguros y Servicios de Asesoramiento Actuarial de Ernst & Young en Chicago. “Durante mi infancia en el Reino Unido, mi padre trabajaba como agente de seguros de vida e iba puerta a puerta cobrando las primas. La aparición de los pagos por transferencia bancaria puso fin a esa función, y creo que el sector de los seguros dejó de utilizar efectivo hace veinte años”.

Un experto internacional en cuestiones monetarias señala la convergencia de varios factores de manera simultánea con el brote de la COVID-19 y el descenso paralelo del uso del efectivo. “Si analizamos lo que ocurrió durante la pandemia, los gobiernos decretaron una paralización de la actividad y las economías sufrieron un parón”, señala Guillaume Lepecq, presidente del think tank CashEssentials, con sede en París, que organizó una serie de seminarios web divididos en tres sesiones durante los meses de mayo y junio sobre el futuro del efectivo tras la COVID-19, con participantes de más de 80 países.

Lepecq citó tres tendencias económicas que comenzaron con el inicio de la pandemia. En primer lugar, las transacciones transfronterizas se redujeron entre el 80 % y el 90 %, y ello influyó tanto en las transacciones en efectivo como en las realizadas con otros medios de pago. En segundo lugar, las personas cambiaron su manera de comprar, con un aumento de las compras online por parte de los consumidores que podían permitírselo, para evitar las transacciones con presencia física. Y, en tercer lugar, se inició un debate en torno a una información falsa que culpaba a los billetes y las monedas de ser posibles factores en la transmisión de la enfermedad.

Hubo información contradictoria sobre este último punto, y muchos bancos centrales de todo el mundo declararon que la moneda no era un factor relevante en la transmisión de la enfermedad. “Sin embargo, el daño ya estaba hecho”, afirma Lepecq. De hecho, muchos comercios de todo el mundo animaban a los clientes a utilizar pagos sin contacto, un mensaje también compartido por las organizaciones de salud pública, como se refleja en las directrices para restaurantes publicadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU.

“La verdadera pregunta es si esa situación [menor utilización del efectivo] se mantendrá”, añade Lepecq. “Si preguntamos a las empresas de tarjetas de crédito, estas dirán que sí, pero si me pregunta a mí, diré que no; la verdad es que nadie lo sabe. Existen argumentos a favor tanto de los pagos digitales como del efectivo”. Sin embargo, también se ha producido un “enorme incremento de la demanda de efectivo, ya sea para guardarlo debajo del colchón o para no perderlo”, afirma. “Es un trozo de papel, pero está respaldado por el sistema de la Reserva Federal y las garantías que este ofrece”.

Más dinero, más incertidumbre

CashEssentials observó un fuerte aumento de la moneda estadounidense en circulación a partir de febrero, volumen que la Reserva Federal incrementó hasta un total de 150 000 millones de USD (véase el recuadro). Lepecq afirma que esa cifra supone un aumento interanual del 12 % y triplica la inyección de 50 000 millones de USD al comienzo de la crisis financiera mundial en 2008, cuando los bancos trataban de evitar grandes retiradas de efectivo.

“El efectivo no es solo un instrumento de pago: es una forma de dinero en toda regla. Por tanto, realmente no puede compararse con otras cosas. Puede utilizarse para realizar pagos, como reserva de valor o como unidad de medida del valor, mientras que una tarjeta de crédito solo es un método de pago.

Se da la paradoja de que, a pesar de que el efectivo en circulación ha aumentado, su condición de instrumento de pago está cada vez más cuestionada, afirma Lepecq. Si los niveles de efectivo caen por debajo de determinados umbrales de pago, algunos comercios podrían dejar de aceptarlo, asegura Lepecq, quien también añade que, al comienzo de la pandemia, los funcionarios estadounidenses señalaron inmediatamente como personal y servicios esenciales a los bancos y los vehículos blindados que transportan efectivo.

La Agencia de Ciberseguridad y Seguridad de las Infraestructuras de los Estados Unidos elaboró una lista inicial de “trabajadores esenciales de infraestructuras críticas” para ayudar a los funcionarios estatales y locales a garantizar la continuidad de los servicios críticos para la salud y la seguridad públicas, así como para la seguridad económica y nacional. En esa lista figuran trabajadores que son necesarios para que los consumidores puedan acceder a servicios bancarios y de crédito, como los cajeros automáticos, y para trasladar dinero y pagos, como los transportistas de fondos en camiones blindados.

Otro experto en el negocio del efectivo sostiene que, incluso con la inyección de la Fed, aumentaron las dudas y la incertidumbre en torno al futuro de los billetes. Con el aumento del efectivo en circulación “lo que observamos es que, en épocas de cambios e incertidumbres, la gente confía aún más en el efectivo”, señala Evan Wilsnack, ejecutivo de cuentas que trabaja en Connecticut para la empresa británica Glory, proveedora de productos y servicios de automatización del efectivo.

“Cuando se producen huracanes u otras catástrofes que comprometen el funcionamiento de las infraestructuras de pago electrónico, la gente regresa al efectivo”, asegura Wilsnack, que cuenta con 40 años de experiencia en el negocio de la gestión del efectivo. “El entorno actual es ligeramente distinto. Existe una falsa creencia muy extendida de que el efectivo transmite de alguna forma el virus de la COVID-19. Sin embargo, se ha demostrado que no presenta mayores probabilidades de transmisión que tocar cualquier otra cosa, como una tarjeta de crédito, el pomo de una puerta o un carrito de la compra”, señala Wilsnack.

“El efectivo es la única opción de pago para un porcentaje significativo de la población, y hay otro grupo mayor que decide pagar en efectivo por distintas razones”, apunta Wilsnack. “Es probable que a corto plazo veamos un incremento de las transacciones en efectivo, ya que más de 30 millones de personas se han quedado sin empleo a mediados de año por culpa de la pandemia, y pagar en efectivo resulta muy eficaz para ayudar a las personas a equilibrar sus gastos domésticos y evitar que incurran en costes elevados por el uso de tarjetas de crédito”.

Mantener la viabilidad del efectivo

Los responsables políticos han abordado la cuestión relativa a la aceptación de efectivo. En estados como Massachusetts y Nueva Jersey y ciudades como San Francisco, se han aprobado leyes que exigen a la mayoría de los comercios tradicionales aceptar efectivo. A escala local y federal también se ha introducido una legislación similar.

El congresista David Cicilline (D-R.I.), quien en mayo de 2019 presentó el proyecto de ley llamado “Cash Always Should be Honored” (El efectivo siempre debería ser respetado) cuya finalidad es lograr la aceptación del efectivo como forma de pago en los comercios, dijo en una entrevista a principios de julio que esto sigue siendo un problema importante.

“Los negocios que se nieguen a aceptar efectivo – una práctica que parece ir en aumento – excluyen a una parte significativa de la población que no tiene acceso a los bancos o no dispone de tarjeta de crédito”, señala Cicilline.

En su presentación de la medida, señaló que, según la Federal Deposit Insurance Corporation, 8,4 millones de hogares estadounidenses no disponen de cuenta bancaria, 32 millones no utilizan tarjetas de crédito y más de 50 millones no tienen acceso, o tienen solo un acceso restringido, a los servicios bancarios.

“Esto significa que millones de norteamericanos quedan excluidos de los productos o servicios que venden o prestan los comercios minoristas y es más común en las comunidades de personas de color y en lugares donde la gente vive por debajo del umbral de la pobreza”, asegura Cicilline.

“No hay duda de que cada vez mas jóvenes prescinden del efectivo”, reconoce. “Creo que el número de personas que utiliza efectivo podría descender a medida que crezca el acceso a los servicios de banda ancha y a todo lo necesario para utilizar la tecnología. No obstante, hasta que erradiquemos la pobreza en este país, siempre habrá personas que no dispongan de tarjetas de crédito o cuentas bancarias, por lo que quedarían básicamente excluidas de participar en esa parte del mercado”.

El proyecto de ley prevé ciertas excepciones y exclusiones. Tal es el caso de empresas como Uber, que generalmente no operan con efectivo. “Queremos ser sensibles a modelos de negocio que no permiten su uso; el proyecto de ley se dirige principalmente a los comercios minoristas”, afirma Cicilline.

El efectivo es el rey: las cifras hablan por sí solas

La historia del efectivo se remonta a hace casi 3 000 años. Las primeras monedas se utilizaron en China en torno al 770 a.C., seguidas de la moneda en papel menos de un siglo más tarde. Sin embargo, las primeras monedas se acuñaron alrededor del año 600 a.C. bajo la supervisión del rey Aliates de Lidia, una región que forma parte de la actual Turquía. Las monedas se fabricaban con electro, una aleación de plata y oro que se encuentra en la naturaleza, e iban acuñadas con imágenes que se utilizaban como denominación, por ejemplo, un búho y una serpiente.

En los Estados Unidos, Alexander Hamilton, conocido entonces por su duelo a muerte con Aaron Burr y, más recientemente, por el exitoso musical de Broadway, fue el primer secretario del Tesoro (1789–1795) y presidió la creación del primer banco del país, precursor de la actual Reserva Federal. El Congreso creó el dólar estadounidense en 1792, aunque la primera moneda colonial se había emitido un siglo antes en la colonia de la Bahía de Massachussetts. Después. también otras colonias emitieron sus propias monedas.

Según la Reserva Federal, ya en el mes de junio el importe de los billetes de dólar en circulación ascendía a 1,91 billones de USD. La mayor parte de los billetes de gran denominación – los de 100 USD, también conocidos como “Benjamines” porque llevan la imagen de Benjamin Franklin – se encuentran en el extranjero, según el Foro Económico Mundial. Casi el 80 % de los billetes de 100 USD, y más del 60 % de todos los billetes, se encuentra ahora en el extranjero, frente a apenas el 30 % en 1980, sostiene el Foro, remitiéndose a la información estadística del Banco de la Reserva Federal de Chicago.

En los últimos tiempos ha habido escasez de monedas debido a la pandemia. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, señaló en una comparecencia ante el Comité de Servicios Financieros del Congreso, celebrada el 17 de junio, que la Fed había trabajado con la Casa de la Moneda y los Bancos de la Reserva de los Estados Unidos para resolver ese problema temporal, según The Washington Post.

“Los lugares donde se puede pagar con monedas y recibir la vuelta en efectivo — es decir, dinero contante y sonante — no han estado funcionado. Powell declaró lo siguiente ante el comité: “Las tiendas han estado cerradas y, por tanto, todo el sistema se ha detenido. Somos muy conscientes de ello. … Conforme reabra la economía, las monedas volverán a circular de nuevo”. Hechos y cifras destacados relativos al efectivo:

Esta cuestión también se ha tratado en la capital del país, donde David Grosso, miembro del Consejo de Washington D.C., ha presentado un proyecto de ley similar. En una entrevista dijo que alrededor de un tercio de los habitantes del distrito de Columbia no tiene acceso, o tiene solo un acceso restringido, a los servicios bancarios. Esto les impide acceder a los lugares donde no se acepta efectivo, incluidos los restaurantes.

“Conforme avanzamos hacia este nuevo orden mundial creado por la pandemia, es importante recordar que las personas más afectadas por esta situación son las más vulnerables, es decir, los pobres y, en especial, las personas de color en todas las jurisdicciones. Y debemos darles la oportunidad de participar en nuestra economía”, afirma Grosso. “Bloquear el acceso al efectivo sería un tremendo error”.

Su proyecto de ley, que también se presentó por primera vez el año pasado, debía someterse a examen en febrero y “apenas hubo oposición”, señala Grosso. Sin embargo, su tramitación se detuvo cuando los problemas de salud pública relacionados con el coronavirus pasaron a ser una prioridad para la ciudad en el mes de marzo.

Monedas digitales y criptomonedas

El auge de las monedas digitales o las llamadas criptomonedas también es un factor que determina el futuro del efectivo a corto y largo plazo. “Con ocasión del lanzamiento de Libra, la moneda digital de Facebook, el gigante de las redes sociales afirmó que su objetivo era ayudar a los 1 700 millones de personas en todo el mundo que no tienen acceso, o tienen solo un acceso restringido, a los servicios bancarios, según datos del Banco Mundial”, afirma Lepecq.

Sin embargo, “es un error pensar que la inclusión financiera consiste en tener dinero digital o una cuenta digital”, añade. “A estas personas les falta dinero. Para ilustrar esta cuestión, la inclusión financiera ha pasado a ser uno de los objetivos de desarrollo mundiales de la ONU y otras organizaciones internacionales, y el número de personas que no tienen acceso, o tienen solo un acceso restringido, a los servicios bancarios, se ha reducido en cerca del 50 % a alrededor del 33 %”, afirma Lepecq. También señala que, en las economías de altos ingresos, el 80 % de los adultos declaró que había utilizado una tarjeta de débito o crédito para realizar al menos un pago en los últimos 12 meses, mientras que, en las economías en desarrollo, ese porcentaje se reducía al 22 %.

“Esto podría crear problemas de tipo sistémico”, señala Lepecq, y destaca que, después de que en la década pasada descendiera el uso de efectivo en Suecia, su utilización ha vuelto a crecer en los últimos dos años, en parte debido a un mayor uso por algunas personas con acceso restringido a los servicios bancarios.

“El efectivo tiene aquí una función primordial, ya que es el primer paso hacia la inclusión financiera”, sostiene Lepecq. “Un grupo significativo de personas depende exclusivamente del efectivo. El efectivo es en gran medida universal: es algo que permite a los más vulnerables ser menos vulnerables”.

Existen dos cuestiones para la reflexión: las criptomonedas, como las bitcoins, que se emiten al margen de los gobiernos, y las monedas digitales emergentes que están respaldadas por los Estados o vinculadas a ellos, afirma Eric Ervin, cofundador y consejero delegado de Blockforce Capital, con sede en San Diego. Esta es una empresa de gestión de activos que opera en el sector de las cadenas de bloques (blockchain) y las criptomonedas. Una tercera, que podría ser la más lógica o probable, es una moneda digital emitida por bancos centrales. En este caso, los gobiernos prescinden del efectivo y adoptan una moneda digital, señala Ervin.

“Aquí es donde realmente emerge el tema del coronavirus”, señala. “Habría sido positivo poder emitir cheques de ayuda con dólares a todo a mundo de manera instantánea, tanto si se disponía de una cuenta bancaria como si no”.

Según Ervin, China ha avanzado sustancialmente en la senda del desarrollo de una moneda digital emitida por bancos centrales, también conocida como CBDC, o moneda fiduciaria digital. Para Ervin, el auge de las CBDC significa que “solo por eso, el futuro del efectivo está prácticamente condenado”. Libra, la nueva moneda digital de Facebook, iba a estar respaldada por una cesta de monedas globales, pero por ningún banco central. Según Ervin, “esto puso nerviosos a los bancos centrales”.

“Si la gente dice «bueno, es simplemente dinero digital», es que la tecnología ya está aquí. Todo es digital en nuestras vidas. ….Es razonable preguntarse si estará respaldada por Bitcoin o por el gobierno estadounidense, pero lo cierto es que entraremos en una era de monedas digitales”, señala Ervin.

También afirma que, además de China, Singapur e incluso los Estados Unidos, están estudiando la cuestión de las monedas digitales. A finales del año pasado, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, respondió a una carta de dos congresistas en relación con las CBDC y confirmó que la Fed había estudiado la conveniencia o no de lanzar una moneda digital en los Estados Unidos, y que estaba valorando varias opciones.

La bitcoin, la principal moneda global digital, es una moneda totalmente descentralizada por naturaleza y no está vinculada a ningún banco central. La moneda digital, que apareció tras la crisis financiera mundial en 2009, tiene un tope máximo de 21 millones de bitcoins, las cuales este verano valían entre 9 000 USD y 10 000 cada una, frente a máximos de más de 19 000 USD alcanzados en diciembre de 2017.

En mayo, Ervin escribió en una columna de la revista Forbes que la capitalización de mercado de todas las criptomonedas rondaba los 240 000 millones de USD. Con más de 18 millones del máximo de un total de 21 millones de bitcoins en circulación, la capitalización de mercado de Bitcoin alcanza los 180 000 millones de USD, lo que supone un valor de alrededor de 10 000 USD la unidad.

El origen misterioso de Bitcoin se halla en un documento anónimo atribuido a “Satoshi Nakamoto”, quien propuso por primera vez la moneda digital en 2008 como sistema de pago electrónico basado en una demostración matemática.[8]

Una bitcoin es divisible por 100 millones, la unidad más pequeña, conocida como “Satoshi” por su creador anónimo. Ervin la calificó como “la primera aplicación rompedora” de la nueva tecnología de cadena de bloques, muy similar al correo electrónico como primera aplicación de internet de uso mayoritario y ampliamente difundida. Las grandes empresas utilizan la tecnología de cadena de bloques de manera generalizada en las cadenas de suministro y otras aplicaciones.

Y, así como internet engendró posteriormente numerosas tecnologías y sistemas avanzados, como las aplicaciones de vídeo y voz, “de la tecnología de cadena de bloques original surgirá un sin fin de protocolos diferentes”, asegura Ervin. “La bitcoin y las criptomonedas son simplemente las primeras”.

Según Ervin, los defensores de la bitcoin “no quieren que esté respaldada por el dólar, porque consideran que este va a seguir cayendo a medida que pase el tiempo”. Además, por su propia naturaleza, las “monedas fiduciarias”, es decir, aquellas que son emitidas por los Estados, se han ido debilitando con el tiempo. “Ese es el mandato de los bancos centrales: asegurarse de que haya inflación. Lógicamente, no quieren que se desboque, sino garantizar que existe [suficiente] inflación para que la gente no se aferre a su dinero y decida no gastarlo nunca”.

Todo ello se remonta a la época en que los reyes y las reinas quitaban oro de las monedas, lo que suponía una devaluación a la vieja usanza. “Por cada moneda fiduciaria – incluso aquellas que están respaldadas por metales duros –, siempre hay alguien de la autoridad central que opina que podría estudiarse la posibilidad de imprimir más a fin de pagar impuestos o crear más servicios que contenten a la población”, señaló Ervin.

Juegos, apuestas y póker

Uno de los principales negocios estadounidenses que genera fuertes ingresos es el sector del juego, donde tanto jugadores expertos como novatos tiran los dados, juegan con máquinas tragaperras o intentan que no se les pille contando cartas, una práctica no bien vista en los casinos.

En junio, la American Gaming Association, que representa al sector, emitió una declaración en la que señalaba que, entre otras cosas, “promovería oportunidades para los pagos digitales” y ampliaría las opciones de pago. Y ello a pesar de que ningún estado había permitido los pagos en efectivo en los casinos. Según la AGA, sus estudios indicaban que el 59 % de los visitantes de casinos durante 2019 era menos proclive a utilizar efectivo en su vida cotidiana debido a la pandemia de coronavirus. Un mes más tarde, a principios de julio, el grupo anunció que había cancelado su exposición anual Global Gaming Expo, programada en Las Vegas para principios de octubre, debido a la creciente preocupación por la pandemia.

Una víctima importante de los cierres fue la versión en vivo del World Series of Poker (WSOP), un evento anual que se celebra todos los veranos en junio y julio durante aproximadamente un mes, y que concluye con el llamado Evento Principal. Este es un torneo de póker, el Texas Hold ‘em, con un buy-in (entrada) de 10 000 USD, que se retransmite casi en su totalidad en ESPN. Una vez que el torneo de KO llega a sus dos jugadores finales, el dinero en efectivo que corresponde a cada jugador se coloca sobre la mesa en billetes de 100 USD perfectamente apilados según un minucioso ritual. El ganador del año pasado, Hossein Ensan, de Alemania, se llevó a casa el premio principal, nada menos que 10 millones de USD, el segundo más alto (solo superado por el de 2006) en los 50 años de historia del Evento Principal.

Este año, sin embargo, el virus ha obligado a WSOP a suspender sus torneos en vivo y ha adoptado el formato online.

 Los jugadores de póker forman parte de la cultura estadounidense desde hace mucho tiempo. Su historia se remonta al siglo XIX, según Martin Harris, profesor de la Universidad de Carolina del Norte, en la ciudad de Charlotte, y autor del libro Poker & Pop Culture, publicado en 2019. Aunque algunas salas de póker en vivo comenzaron a abrir tímidamente, con la obligación de llevar mascarillas y con plexiglás entre los jugadores, Harris señaló en una entrevista en junio que no era demasiado optimista respecto al futuro del póker en vivo mientras no existiera una vacuna contra la COVID-19.

“En muchos sitios, el efectivo no es la primera opción y, de alguna forma, los casinos han perseverado más en su apuesta por el efectivo que otros lugares”, apuntaba Harris. “El virus lo ha cambiado todo, y parece que los casinos se están teniendo que adaptar. A este respecto, permitir que la gente apueste sin poner billetes sobre la mesa puede ser una opción”.

Su libro refleja los valores norteamericanos en relación con el póker – incluida la evaluación del riesgo – y, según señala, “si el póker va a sobrevivir, deberá reflejar este cambio hacia una cultura sin efectivo. Puede que eso ya estuviera ocurriendo, pero el virus lo está acelerando”.

Dado que las cartas y las fichas también son posibles portadoras del virus, aparte de las grandes ligas, las casas de póker amateur en vivo también se han pasado al mundo digital (incluidos Harris y el que aquí escribe). Una historia trágica al principio de la pandemia estuvo protagonizada por un grupo de jugadores mayores de Florida, que se infectaron con el virus durante sus partidas habituales en casa. Ocho de ellos contrajeron la enfermedad y tres murieron.

Los paneles divisorios de plexiglás que han instalado los casinos en su intento por reabrir “hacen que me pregunte hasta dónde tendrá que llegar la gente para aparentar que juegan al mismo juego de antes”, señala Harris. Por otro lado, aunque solo algunos estados han legalizado las apuestas online, en aquellos donde se ha hecho “los ingresos han aumentado”, sostiene. 

Según Harris, “esa ausencia de dinero real sobre la mesa, junto con otros elementos físicos que se pueden tocar, como las fichas y las cartas repartidas entre los jugadores, hace que la experiencia sea menos real para muchos”. “El dinero es uno de los elementos del juego. Cuando el efectivo desaparece, el póker se convierte en otra cosa, ya que es una parte integrante del juego”.

Nuestro nuevo mundo feliz

En el segundo de los tres seminarios de CashEssentials, Lepecq afirmó que “el futuro del efectivo suele presentarse como una competición antinatural entre el efectivo y los pagos digitales y, muy especialmente durante la pandemia, entre el efectivo y los pagos sin contacto. Creo que esto resulta bastante engañoso. El futuro del efectivo tiene consecuencias sociales y políticas de gran alcance, cuya transcendencia va mucho más allá de la forma en que pagamos, ya que afecta a la inclusión financiera y social, a la privacidad, a la distribución de la riqueza y la gestión de los datos”, señalõ Lepecq. Añadió después que un escenario sin efectivo “plantea serias dudas, entre ellas, las relativas a la liquidez y el acceso al crédito. Además, se crea esa especie de mundo de distopía, en el que los perfiles sociales pasan a ser una medida de la solvencia de las personas”.

En una entrevista, señaló lo siguiente: “Supongo que el experimento del crédito social que está llevando a cabo China resulta inquietante para la mayoría de la gente que no vive en el país asiático, pero el régimen chino está sentando las bases para una economía digital. Desde el punto de vista técnico, una moneda emitida por bancos centrales permitiría a los gobiernos tener acceso a datos en tiempo real sin recurrir a intermediarios”.

“La privacidad financiera es un aspecto fundamental en una democracia que funciona. Si se controlan todos nuestros comportamientos y movimientos, la democracia quedará herida de muerte. Un extracto bancario dice más acerca de una persona que cualquier cuenta en las redes sociales, ya que no miente” añadía.

Aunque puede ser que algunos prefieran la comodidad de los pagos sin contacto, “el riesgo es enorme”, afirmaba Lepecq. “¿Quién está dispuesto a decir a todo el mundo cómo, dónde y qué ha comprado? ¿Alguien querría que una compañía aseguradora supiese cuánto alcohol, cigarrillos o Coca Cola está comprando? Detrás de ello hay un volumen ingente de información que no llegamos a concebir”.

Lepecq bromeaba diciendo que “si todo esto llegara a ser realidad, ni siquiera se necesitaría a los actuarios, ya que los modelos de riesgos dejarían de tener utilidad si se tiene un conocimiento exacto y preciso de los patrones de consumo y los flujos de efectivo de cada persona”.

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