Si los pagos fueran un país, su PIB ocuparía el noveno lugar mundial, justo detrás de Italia y por delante de Brasil y Canadá. Según la consultoría McKinsey, en 2019 los ingresos globales por pagos alcanzaron los 2 billones de dólares. Esa cantidad es más de dos veces del tamaño de la industria de las aerolíneas, y representa aproximadamente el 2.2% del PIB mundial. Es bastante interesante que McKinsey hable de ingresos por pagos. La mayoría de los bancos centrales analizan los costos sociales de los pagos y se centran en cómo reducirlos. McKinsey nos recuerda que los costos de algunos son ingresos para otros.
En 2014 Malte Krüger y Franz Seitz llevaron a cabo una revisión crítica de los trabajos que han estimado el costo de los instrumentos de pago, y encontraron que las estimaciones oscilaban entre el 0.34% del PIB y el 3% (ver Cuadro 1 a continuación). McKinsey está en el nivel superior de ese rango. Krüger y Seitz también advierten contra la tentación de realizar comparaciones internacionales ya que los estudios difieren significativamente en términos de alcance y metodología.
Cuadro 1. Economías desarrolladas: costos de los instrumentos de pago (como porcentaje del PIB), 2000-2011
Es claro que los pagos no son sinónimo de dinero, pero podría decirse que una función central del dinero y que recibe la mayor atención es la de fungir como medio de pago.
Un número cada vez mayor de partes interesadas compiten por capturar una parte de este enorme mercado.
Históricamente, los bancos han sido los principales proveedores de una variedad de servicios de pagos, desde la provisión de efectivo hasta las transferencias de crédito. Sin embargo, sus fuentes de ingresos tradicionales, incluidos los diferenciales de interés de las cuentas corrientes, las líneas de crédito revolventes, las tarifas de intercambio y las tarifas transfronterizas, están bajo presión en el entorno actual. Las tasas de interés se encuentran en niveles históricamente bajos a nivel mundial. Además, los intercambios y los pagos transfronterizos están bajo presión debido a la regulación y la competencia. En consecuencia, los nuevos participantes en el mercado bancario, incluidos bancos retadores, las instituciones de pagos no bancarias y las grandes empresas tecnológicas (Big Tech), están desafiando la competitividad de los bancos tradicionales.
Las empresas de tecnología financiera (Fintech) han alterado profundamente la industria de pagos. Los jugadores actuales incluyen nuevas empresas y firmas establecidas como Paypal, MPesa y Square. Por lo general, las empresas fintech ofrecen soluciones desagregadas para segmentos del mercado de pagos especializados, como pagos en línea, transacciones de persona a persona o de cambio de divisas. Algunas de las soluciones clave desarrolladas por fintechs incluyen billeteras móviles, pagos móviles P2P, cambio de divisas y remesas, pagos en tiempo real, soluciones de moneda digital …
Curiosamente, un pequeño pero creciente grupo de Fintechs también ha comenzado a analizar cómo pueden aprovechar el software y la tecnología de comunicaciones moderna para mejorar los servicios de efectivo: acceso a efectivo, aceptación de efectivo y la eficiencia del ciclo de efectivo para todas las partes interesadas. Esto es lo que hemos denominado tecnología del efectivo (CashTech).
Las plataformas digitales, desde Alibaba hasta Uber, han comenzado a explorar el mercado global de pagos desde hace algún tiempo. Google lanzó su billetera digital ya en 2011; Google Pay siguió en 2017. Apple Pay ha estado disponible para los consumidores desde 2016.
Dos motivaciones clave detrás de la expansión de las empresas big tech hacia los pagos consisten en capturar más datos de transacciones y encerrar a los usuarios en sus ecosistemas. Las empresas big tech ya explotan una gran cantidad de datos sobre lo que les gusta o no les gusta a los consumidores, dónde compran, adónde van, etc. Los datos de pagos ayudan a crear un perfil de usuario aún más preciso que cualquier cuenta de redes sociales.
En junio de 2019, Facebook anunció su plan para lanzar Libra, una moneda virtual basada en una versión personalizada de la tecnología blockchain diseñada para permitir que las personas compren y realicen transferencias de dinero de bajo costo a nivel mundial.
La revolucionaria iniciativa no solo se centró en la creación de un nuevo sistema de pago: se trataba de crear una nueva moneda. Facebook no competía con bancos o fintechs. En cambio, estaba compitiendo con la Reserva Federal de los Estados Unidos y otros bancos centrales. Libra debía lanzarse en 2020. A junio de 2021, el proyecto (ahora llamado Diem) aún no se ha lanzado, se ha diluido considerablemente y ha perdido a muchos de sus accionistas fundadores, pero 1.
Los gigantes de pagos móviles Alipay y WeChatPay dominan los pagos móviles no bancarios chinos, un mercado que genera el doble del valor de transacción que las tarjetas bancarias. En 2020, los reguladores chinos detuvieron la que habría sido la oferta pública inicial (OPI) más grande del mundo, cuando Ant Group, la empresa matriz de Alipay intentó salir a bolsa en una transacción valuada en $37 mil millones de dólares.
El mero valor de las criptomonedas las hace demasiado grandes para ignorarlas. La capitalización de mercado de BitcoinComúnmente se dice que el Bitcoin es una criptomoneda, un medio de intercambio digital desarrollado por un conjunto de autores anónimos bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto, que comenzó a funcionar en 2009 como un proyecto comunitario (tipo Wikipedia), sin relación ni dependencia de ningún gobierno, estado, empresa u organismo, y cuyo valor (formado por un complicado sistema de algoritmos matemáticos y criptografía) no está respaldado por ningún banco o autoridad central. Los bitcoins... More superó la marca de $1 billón de dólares en el primer trimestre de 2020. Los bancos centrales y los reguladores descalifican regularmente a las criptomonedas como forma de dinero. Varias limitaciones impiden su uso en las transacciones diarias: adopción limitada, obstáculos regulatorios, volatilidad de precios, consumo de energía, preocupaciones de privacidad.
Sin embargo, Bitcoin y, en menor medida otras criptomonedas están atrayendo a un número creciente de organizaciones que buscan beneficiarse, o temen perderse, el espectacular aumento de su valor. En octubre de 2020, PayPal agregó la capacidad de pagar en Bitcoin a sus billeteras. En febrero de 2021, Tesla anunció que había invertido $1.5 mil millones en Bitcoin. En mayo, el valor de Bitcoin cayó después de que el CEO de Tesla, Elon Musk, revelara que ya no aceptaría bitcoins para la compra de automóviles debido a preocupaciones con el uso de combustibles fósiles para la minería de bitcoins.
Tradicionalmente, los bancos centrales están en el núcleo del sistema monetario, ya que son emisores de dinero y tienen la responsabilidad de supervisar el sistema financiero. Sin embargo, la llegada de plataformas digitales gigantes y monedas virtuales descentralizadas ha desafiado lo que se consideraba una situación de monopolio.
En respuesta, los bancos centrales de todo el mundo se han estado preparando para las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC). Según el BPI, el 86% de los bancos centrales del mundo están explorando CBDC. Las motivaciones varían significativamente, como aquellos que se preocupan y se preparan para un futuro con menos efectivo (Suecia) a aquellos que esperan fomentar una economía con menos efectivo (en el Caribe Oriental). Sin embargo, lo que los une es: en primer lugar, el compromiso de proporcionar dinero digital del banco central que emule pero no elimine el dinero físico del banco central, el efectivo. Y en segundo lugar, su objetivo es salvaguardar la privacidad y protección de los consumidores individuales y la eficiencia y resiliencia de las redes nacionales de pagos minoristas.
¿Quiénes serán los ganadores de la nueva carrera espacial por el dinero? ¿El efectivo está preparado y equipado para unirse a la carrera?
Es demasiado pronto para decirlo, y la carrera apenas ha comenzado. Pero deberíamos considerar algunas lecciones del pasado.